THE BUBBLE
Que el cine de Eytan Fox se caracteriza por su envolvente forma de ganarse al espectador a través del lirismo, la ternura y un amor desbordante hacia sus personajes se hace de nuevo patente en su último trabajo “The Bubble” es su tercer largo y su apuesta más arriesgada hasta la fecha aunque mantiene una clara continuidad temática y estilística con sus dos anteriores filmes.
Incluso los personajes más negativos de sus películas (como el Joel-comandante de “Yossi & Jagger”, los agentes de la Mossad de “Caminar sobre las aguas” o el agrio hermano mayor del protagonista árabe de “The Bubble”) nos resultan increíblemente humanos y nos son mostrados en su cotidianidad por grotesca y destructiva que ésta pueda llegar a ser. En “La Burbuja” Fox da un paso adelante y se implica de lleno en un tema que sólo aparecía de forma tangencial en sus dos anteriores filmes: el conflicto bélico y sociopolítico que sacude su país.
La última película de Fox está destinada a incomodar al público israelí más conservador-criticando el racismo y la indiferencia de muchos de sus coetáneos- y a no satisfacer del todo a los defensores más estrictos de la causa palestina. Aunque su fuerza dramática, su mezcla de comedia y drama, su lirismo, humanidad, agilidad narrativa y su reivindicación sociosexual pueden convertirla en un gran éxito para el público internacional.
“The Bubble” se abre y se cierra con dos secuencias terribles: en la primera mostrada con toda su crudeza, una mujer árabe embarazada es retenida en un puesto de control con trágicas consecuencias; la última, un atentado suicida, está dada con dolor pero también con un toque romántico y cargado de poesía.
Noam (Ohad Kholler), es un joven soldado israelí que abandona el ejército y vuelve a su piso de Tel-Aviv donde vive en un mismo piso con Lulú y Yelli, dos jóvenes llenos de vida que al principio del filme tratan de mostrarse al margen del conflicto que sacude su país. A ese piso llega Ashraf, un joven árabe al quien Noam había conocido en el momento de crispación con el que, en el tono documental de la cámara en mano de un periodista, se abre el filme. Entre ellos se inicia una historia de amor imposible, con ecos evidentes de “Romeo y Julieta” de Shakespeare a la vez que un cambio interior en todos los personajes principales secundarios que inician, como los protagonistas, una cruzada pacifista y de activismo callejero, truncada por un estallido que nos devuelve a la sangrienta realidad de las noticias.
La historia de amor nos muestra cómo la homosexualidad es vivida de manera distinta en las dos culturas enfrentando el hedonista Tel-Aviv con sus bares de ambiente, sus tiendas de discos, sus restaurantes… con mundo empobrecido y amenazado donde ha crecido el joven palestino. De la gran metrópoli israelí conoceremos el mundillo aparentemente despreocupado donde el trío israelí parece desenvolverse con soltura, los bares gays, los lugares de trabajo y ocio, lugares en los que aparecen personajes simpáticos o antipáticos, racistas o integradores.
Al otro lado de la franja se desenvuelve el entorno familiar, patriarcal y asfixiante, que rechaza al joven árabe cuando este “sale del armario” y tratan de obligarle a contraer matrimonio. Las fronteras reales y simbólicas, la burbuja que significa aislamiento y una mezcla de temor y confort, el amor en árabe, las sexualidades interraciales, el hombre bomba y la culpa en hebreo. Esta vez Fox pone toda la carne en el asador y va más lejos al retratar el racismo judío contra los árabes que ya aparecía en algunas secuencias clave de “Caminar sobre las aguas” mostrando con dureza las tropelías cometidas por la armada israelí sobre el lugar al tiempo que muestra los prejuicios del pueblo palestino hacia la homosexualidad. Pero, mientras en “Walk on Water” el final era a la vez melancólico y optimista, en “The Bubble” el director y su marido y guionista Gal Uchovsky se embarcan en una tragedia pesimista y con mayúsculas dada, sin embargo, con la habitual delicadeza, aparente candidez y honda humanidad de todo su cine lo que hace que su relato cautive y emocione por igual.
En “The Bubble” Fox hace pasar al otro lado de la barrera no sólo al joven árabe ilegal sino también a algunos nombres claves de su cine como Ivri Lider, cantando a Gerswhing en un bar gay, o a Lior Azkenazi interpretando “Bent”, el clásico teatral de Martin Sherman, una historia de amor y amistad entre un preso judío y uno gay (triangulo rosa) recluidos en la misma celda de un campo de concentración nazi que sirve de eco de la historia de amor imposible que cuenta el filme. La sombra del holocausto vuelve a aparecer en este filme aunque esta vez Fox se adentra en el holocausto del pueblo palestino a través de una historia que comienza siendo intimista y desenfadada y acaba adquiriendo resonancias de alegoría política que no por obvia y fatalista deja de estar llena de hermosura.
Que el cine de Eytan Fox se caracteriza por su envolvente forma de ganarse al espectador a través del lirismo, la ternura y un amor desbordante hacia sus personajes se hace de nuevo patente en su último trabajo “The Bubble” es su tercer largo y su apuesta más arriesgada hasta la fecha aunque mantiene una clara continuidad temática y estilística con sus dos anteriores filmes.
Incluso los personajes más negativos de sus películas (como el Joel-comandante de “Yossi & Jagger”, los agentes de la Mossad de “Caminar sobre las aguas” o el agrio hermano mayor del protagonista árabe de “The Bubble”) nos resultan increíblemente humanos y nos son mostrados en su cotidianidad por grotesca y destructiva que ésta pueda llegar a ser. En “La Burbuja” Fox da un paso adelante y se implica de lleno en un tema que sólo aparecía de forma tangencial en sus dos anteriores filmes: el conflicto bélico y sociopolítico que sacude su país.
La última película de Fox está destinada a incomodar al público israelí más conservador-criticando el racismo y la indiferencia de muchos de sus coetáneos- y a no satisfacer del todo a los defensores más estrictos de la causa palestina. Aunque su fuerza dramática, su mezcla de comedia y drama, su lirismo, humanidad, agilidad narrativa y su reivindicación sociosexual pueden convertirla en un gran éxito para el público internacional.
“The Bubble” se abre y se cierra con dos secuencias terribles: en la primera mostrada con toda su crudeza, una mujer árabe embarazada es retenida en un puesto de control con trágicas consecuencias; la última, un atentado suicida, está dada con dolor pero también con un toque romántico y cargado de poesía.
Noam (Ohad Kholler), es un joven soldado israelí que abandona el ejército y vuelve a su piso de Tel-Aviv donde vive en un mismo piso con Lulú y Yelli, dos jóvenes llenos de vida que al principio del filme tratan de mostrarse al margen del conflicto que sacude su país. A ese piso llega Ashraf, un joven árabe al quien Noam había conocido en el momento de crispación con el que, en el tono documental de la cámara en mano de un periodista, se abre el filme. Entre ellos se inicia una historia de amor imposible, con ecos evidentes de “Romeo y Julieta” de Shakespeare a la vez que un cambio interior en todos los personajes principales secundarios que inician, como los protagonistas, una cruzada pacifista y de activismo callejero, truncada por un estallido que nos devuelve a la sangrienta realidad de las noticias.
La historia de amor nos muestra cómo la homosexualidad es vivida de manera distinta en las dos culturas enfrentando el hedonista Tel-Aviv con sus bares de ambiente, sus tiendas de discos, sus restaurantes… con mundo empobrecido y amenazado donde ha crecido el joven palestino. De la gran metrópoli israelí conoceremos el mundillo aparentemente despreocupado donde el trío israelí parece desenvolverse con soltura, los bares gays, los lugares de trabajo y ocio, lugares en los que aparecen personajes simpáticos o antipáticos, racistas o integradores.
Al otro lado de la franja se desenvuelve el entorno familiar, patriarcal y asfixiante, que rechaza al joven árabe cuando este “sale del armario” y tratan de obligarle a contraer matrimonio. Las fronteras reales y simbólicas, la burbuja que significa aislamiento y una mezcla de temor y confort, el amor en árabe, las sexualidades interraciales, el hombre bomba y la culpa en hebreo. Esta vez Fox pone toda la carne en el asador y va más lejos al retratar el racismo judío contra los árabes que ya aparecía en algunas secuencias clave de “Caminar sobre las aguas” mostrando con dureza las tropelías cometidas por la armada israelí sobre el lugar al tiempo que muestra los prejuicios del pueblo palestino hacia la homosexualidad. Pero, mientras en “Walk on Water” el final era a la vez melancólico y optimista, en “The Bubble” el director y su marido y guionista Gal Uchovsky se embarcan en una tragedia pesimista y con mayúsculas dada, sin embargo, con la habitual delicadeza, aparente candidez y honda humanidad de todo su cine lo que hace que su relato cautive y emocione por igual.
En “The Bubble” Fox hace pasar al otro lado de la barrera no sólo al joven árabe ilegal sino también a algunos nombres claves de su cine como Ivri Lider, cantando a Gerswhing en un bar gay, o a Lior Azkenazi interpretando “Bent”, el clásico teatral de Martin Sherman, una historia de amor y amistad entre un preso judío y uno gay (triangulo rosa) recluidos en la misma celda de un campo de concentración nazi que sirve de eco de la historia de amor imposible que cuenta el filme. La sombra del holocausto vuelve a aparecer en este filme aunque esta vez Fox se adentra en el holocausto del pueblo palestino a través de una historia que comienza siendo intimista y desenfadada y acaba adquiriendo resonancias de alegoría política que no por obvia y fatalista deja de estar llena de hermosura.
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