Saturday, October 13, 2007

LES TEMOINS





LOS TESTIGOS de André Téchiné

“Los testigos”
es la última apuesta fílmica de uno de los grandes autores del cine francés contemporáneo. El otrora epígono de la nouvelle vague André Téchiné, recuperado para el público y la crítica gracias al éxito internacional filmes como “Los juncos salvajes” o “Les voleurs” , se atreve con un tema difícil: el surgimiento de la pandemia del SIDA en la Francia de los primeros años ochenta.

Dividida en tres episodios y estaciones del año: Verano (Los días felices), Invierno (Guerra) Verano (Regreso de la Paz), “Les témoins” está caracterizada por el pulso narrativo de Téchiné, el uso del movimiento y la tensa humanidad de la que dota a sus siempre desconcertantes y contradictorios personajes.



Emmanuel Beart, Michel Blanc nombres consolidados del cine francés del momento y nuevas caras se dan cita en una historia en tres actos en la que los protagonistas se enfrentan a varias pérdidas: la de Manu (Johan Libéreau) un joven gay -caído por la enfermedad- y la de la pédida su propia inocencia que supone también el temor y el desconcierto de los que le rodean. Ya no pueden limitarse a ser meros espectadores, el drama íntimo se ha convertido en un explosión de rabia colectiva. De nuevo el racismo, el mestizaje cultural, la juventud, la sexualidad y la naturaleza se dan cita en “Los témoins” como ya lo hicieron en “Alice et Martin” o incluso en la menos lograda “Otros tiempos”.




Téchiné conserva su juventud interior y soltura narrativas y sus constantes visuales: los cuerpos, el agua, la tensión de los espacios, los rostros, el dolor de la pérdida, el descubrimiento del otro y la música ( de su inseparable Phillipe Sarde) como un eterno contrapunto del silencio. El propio realizador ha señalado no existen el bien o el mal absolutos en su historia pero era necesario incluir la presencia de dos fuerzas que se han impuesto recientemente en nuestras sociedades ante realidades como el SIDA o la inmigración: “la medicina” y “los dispositivos policiales”. Dos fuerzas ominosas que no obstante no tienen respuesta ante una pandemia que pone en evidencia las debilidades humanas y sociales del universo crispado en el que habitamos.




Así el tono luminoso y el hedonismo de su primera parte contrastan con la invasión de la tensión , el silencio o la violencia hasta un final donde el director nos deja de nuevo un rayo de esperanza. “Les temoins” es la prueba de la vitalidad de un realizador que se ha adentrado en las constantes más difíciles del cine y la sociedad francesa en la que vivimos antes que nombres tan importantes como Patrice Chereau y François Ozon.
Esperemos que "Les temoins" no pase desapercibida como lo han hecho otros de sus mejores títulos: "Les innocents", "En la boca, no" o "Rendez-vous", filmes que poco a poco vamos podiendo recuperar en DVD.




"Los testigos" es un filme inabarcable, discutible en algunos de sus planteamientos éticos y estéticos, pero lleno de intensidad, donde es difícil no sentir el dolor y el desgarro, la herida y la cura, al tiempo que nos encandila la desarmante humanidad de la que el autor de “Mi estación preferida” dota a sus criaturas. De nuevo los personajes hablan de sí mismos y de sus circunstancias en un universo donde todavía es difícil mostrarse con autenticidad, donde los nuevos tipos de familia no se reconocen y donde las barreras sociales, sexuales y raciales siguen vigentes.




Estamos ante un filme a la vez terrible y luminoso, sensual y sangrante, vital y dolorido; una invitación a la reflexión íntima desde unas vidas que nunca se detienen. Como esa novela inacabada que reescribe la intensa Sarah (Emmanuel Beart) intentando dar sentido las vidas de unos seres que, a partir de un determinado momento momento, ya no pueden explicarse a sí mismos.