DEJAME ENTRAR
Director: Tomas Alfredson
Guión: John Ajvide Lindqvist
Intérpretes: Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar.
“Déjame entrar” ha sido saludada como una bocanada de aire fresco sobre el cine de terror contemporáneo, en concreto, sobre uno de sus subgéneros o corrientes más denostados: el cine de vampiros. Tras el éxito de taquilla de sagas infumables como “Crepúsculo” nos llega de un pequeño y algo destartalado lugar de Noruega una peculiar historia de amor, "no muertos" y sangre protagonizada por dos niños: Oskar –que sufre la violencia de los matones de su clase y la indiferencia de sus padres- y Eli, una joven vampira adolescente de aspecto pálido y macilento pero mirada cálida e intensa.
En esos fríos bloques de apartamentos, en esas escuelas desangeladas, en esos hospitales gigantescos, en esos bosques eternamente nevados transcurre la acción de “Déjame entrar”, una mirada a la vez respetuosa e iconoclasta al género fantástico insertado en un contexto social rancio en costumbres y carente de expectativas personales, profesionales y vitales. Matrimonios mal avenidos, hombres mayores que se juntan en la taberna, profesores grises y lugares tirando a inhóspitos son el telón de fondo en el que se encuentran Eli- sedienta de sangre y amor- y Oskar –sediento de amor y venganza-, dos criaturas aparentemente retraídas y solitarias pero llenas de vida y fuego interno. “Déjame entrar” es un filme sobre la incomunicación , la búsqueda del amor en un mundo adormecido por la rutina, una historia de “amour fou” que se desmarca de cualquier pretensión efectista característica del cine fantástico en favor de planos largos, composiciones cuidadas, interpretaciones contenidas y cierto realismo al mostrar el surgimiento de una fuerza atávica en una comunidad provinciana y adormecida. No hay apuntes de psicología barata, ajos, redención ni más truculencia que la necesaria para dar sentido a la historia de dos soledades, de dos lenguajes que se encuentran y chocan con violencia en contra de un mundo atemorizado antes y después de su llegada. Un filme algo descompesado y tramposo en su resolución pero apasionante por su modestia narrativa y una factura visual inusitada en el cine de terror de los últimos años.
“Déjame entrar”, con su bellísima fotografía en colores apagados, con sus tristes paisajes invernales, su ritmo lánguido y su ambigüedad sexual ha obtenido ya una notable repercusión en nuestras salas y está destinada a convertirse en un clásico de culto, uno de esos que nos reconcilian con un subgénero maltratado donde los haya.
1 comment:
Excelente película. Te dejo mi blog de diversidad sexual porque me interesaría recibir tus comentarios. Gracias. http://diversidadsexualeidentidad.blogspot.com/
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