Pablo
Trapero parece dispuesto a enseñarnos las tripas y el lado más oscuro de la
sociedad latinoamericana en general, y la Argentina en particular. “Elefante
blanco”, dejando a un lado su “sui generis” componente religioso (los protagonistas
son dos curas obreros), es una amarga y dinámica historia sobre la ocupación de
un viejo hospital por parte de jóvenes y no tan jóvenes que buscan un medio de
subsistencia en el corazón más herido del país. Aunque el filme se abre en la
selva colombiana, los escenarios son las
calles de una ciudad, sitiada en parte por
las desigualdades, la lucha contra la injusticia, la especulación y el
narcotráfico.
Ricardo Darín y Jeremy Renier, dos actores de
talla demostrada, bordan sus personajes de dos sacerdotes sensibles y honestos que junto con una joven asistenta social (Martina Guzmán, actriz
fetiche del director) buscan hacer de ese elefante blanco, de ese bloque
convertido en refugio, un lugar habitable en contra de las autoridades, la
jerarquía eclesiástica y los constructores todo ello en un clima
en el que al igual que en
“Carancho” se plasma la tensión y no se escatiman las dosis de violencia y
crueldad.
“Elefante
blanco” muestra la absoluta madurez narrativa del director de “Crónicas” una de
las voces más contundentes y
comprometidas del continente y también un hábil montador y director de actores
y actrices. No falta humor negro ni sensualidad en el filme, pero ante todo estamos ante una tragedia sobre aquella zona de
Argentina que no suele salir mucho en las noticias, y que Trapero muestra nuevamente sin escatimar detalles y sin
atenuar su denuncia sino apoyándola en una puesta en escena ágil, un uso hábil
de los caracteres humanos que va
presentando y un tono que, tras la
desesperanza y la crispación , llama a la lucha y a la denuncia social.
1 comment:
Vi la película hace algunas semanas y no tengo una oponión tan favorable. El argumento me pareció sacado de la película La Misión, pero actualizado a una zona marginal de Buenos Aires. Y aunque Ricardo Darín defiende bastante bien su personaje, evidentemente Jérémie Renier no es Robert de Niro. Además todo está tan dramatizado y es tan sentimental que me resultó poco creible (¿quien ha visto fuera del mundo árabe un funeral con disparos?). Probablemente había puesto las expectativas demasiado altas y por eso me decepcionó.
David.
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