DANS
LA MAISON
“Dans
la maison” no es la película más redonda de Ozon pero si un incisivo resumen de
algunas de sus más queridas obsesiones y una mirada nostálgica a sus propios
orígenes como realizador. De nuevo el autor de “Sitcom” o “El refugio” vuelve a
hurgar en las tripas de la familia francesa del nuevo siglo a la vez que
privilegia la mirada de personajes aparentemente marginales en un relato que
aunque aquí denota su origen teatral aunque
muestra que ya de posee de sobra
los recursos fílmicos suficientes para combinar la literatura y el cine,
los diálogo y la imagen con
indudable maestría.
Un
juego de cajas chinas en el que, como
siempre en el director parisino, no elude los aspectos más oscuros de un relato
que juega con la mezcla entre la realidad y la ficción, la literatura y la vida
a la vez que otra parodia sobre la sociedad francesa y la enorme distancia
entre lo que realmente es y la imagen
que quiere proyectar de sí misma.
No
obstante Ozon parece, con todo, demasiado refinado para que su relato dentro
del relato, para que su historia de una familia contada a través de los ojos y
la pluma afilada de un adolescente acabe de convencernos del todo, optando finalmente por el humor caustico y por despojar a su historia de esa gravedad de la
que se va empañando. Así, Kristin Scott Thomas parece algo perdida en su papel
de galerista desencantada al igual que el encanto de “Dans la maison” se desvanece un poco cuando el realizador
hace aparecer a sus personajes a destiempo restando misterio y vitriolo a su
cuento negro sobre un alumno aventajado y un profesor amargado. Inesperadamente
Ozon pasa de puntillas sobre algunos de los agujeros más negros de su propia
sátira y aunque los señala sustituye el encanto y la ambigüedad por un exceso
de palabrería.
El
problema es que el creador de “La
piscina” –para bien o para mal- no es
Woody Allen y, aunque no descuida los aspectos formales de su puesta en
escena, tiende a una simplicidad
paródica que no veníamos en las imágenes cautivadoras de “Bajo la arena” o “Mi
refugio” optando por un “huis clos” mucho más avanzado que “Ocho mujeres” o
“Gotas de agua sobre piedras calientes”
pero, finalmente, por debajo de
lo que podemos esperar de un retratista despiadado del ser humano y de las relaciones de pareja que aquí parece
algo domesticado por el éxito.
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