LAS PANDEMIAS NO TIENEN GLAMOUR
Javier Sáez
Algo falla en la política de prevención contra el sida en el Estado español. Este año se cumplen 25 años del inicio de la pandemia y España sigue siendo el país con la tasa de infectados por VIH más alta de Europa occidental (0,7%, es decir, casi 300.00 personas según ONU SIDA).
La situación de l@s pres@s es muy grave, con más de un tercio de la población reclusa infectada, sin que a nadie parezca importarle. La infección por prácticas heterosexuales sigue aumentando cada año, ante el silencio cómplice de las autoridades. Éstas siguen sin abordar la regulación y los derechos de las prostitutas y chaperos a ejercer su trabajo en condiciones de protección y seguridad como trabajador@s que son, como ha denunciado el colectivo Hetaira numerosas veces.
Parece que la política del gobierno Zapatero es continuidad de la de Aznar: decir no a todo y esconder la cabeza. No a las drogas, no a la prostitución, no a l@s inmigrantes. Esas cosas no dan glamour. La pandemia del sida no es una prioridad de este gobierno. Las campañas son débiles, poco creíbles, y no llegan a la población. Poca gente sabe que ya existe la posibilidad de hacerse la prueba del sida en algunas farmacias, o en cualquier centro de salud. Se supone que es una iniciativa del Plan Nacional contra el sida, pero sencillamente el mensaje no llega a quien debería llegar.
Es increíble que en España no haya aún un registro de personas infectadas por VIH, sino sólo de aquellas que desarrollan la enfermedad. El Ministerio de Sanidad hace trampas y miente a la opinión pública cuando afirma que el sida baja. Carlos Cabezón, Secretario General de Madrid Positivo, desvela esta mentira con claridad: “el Ministerio no dice que en realidad hay más casos de infección por VIH. Si los enfermos no fallecen, y la enfermedad no se cura, es imposible que descienda [el sida]” (DIAGONAL, nº 22, 19 de enero 2006, pág. 38).
Se necesitan campañas explícitas, claras, constantes. En la televisión en la radio, en los institutos, en la calle. Hay que explicar cómo chutarse, porque la gente va a seguir tomando drogas, como ha hecho siempre. Hay que informar claramente de las vías de contagio, hablar en los anuncios de pollas, culos, coños, jeringuillas y sangre, no poner fotos alegóricas de pies desnudos y cristales. Hay que hablar del sida entre las mujeres, y dejar de invisibilizar a las lesbianas. Hay que prohibir a la iglesia católica que siga emitiendo mensajes irresponsables contra el uso del preservativo, y perseguirla penalmente, dado que sus declaraciones suponen un delito contra la salud pública. Hay que combatir la falsa opinión que se ha extendido en la sociedad (y eso incluye a la comunidad gay) de que el tratamiento con medicamentos hace llevadera la enfermedad y evita que sea mortal. Ese rumor ha alimentado enormemente las prácticas de riesgo en los últimos años. Hoy en día podemos ver en las saunas y los cuartos oscuros a mucha gente follando a pelo. Los chats de barebacking están a tope de personas buscando sexo sin preservativo.
Parte de la culpa de esta situación la tienen algunos empresarios gays, que siguen sin facilitar preservativos ni lubricante gratuitamente en sus locales. Y parte de la culpa es de nuestra propia comunidad, de nuestra incapacidad para abrir un debate sobre lo que está pasando, o de hablar entre nosotros del tema.
Las asociaciones GLTB están haciendo una labor muy valiosa y útil de información y de asistencia. Son las únicas que se preocupan de ir a los locales a poner carteles, de ofrecer información, de repartir preservativos, de atender dudas en sus diferentes servicios de asistencia. Pero es vergonzoso que una vez más la prevención la tengan que hacer organizaciones pequeñas, casi sin medios, ante la pasividad y el silencio de unas autoridades sanitarias irresponsables y cobardes.
La comunidad gay puede hacer al menos una cosa: no ser cómplice de ese genocidio encubierto, y cuidarse a sí misma. Nosotros sí sabemos cómo protegernos. Es sencillo: utiliza el preservativo.
Javier Sáez (Burgos, 1965) es sociólogo y traductor. Es autor del libro TEORIA QUEER Y PSICOANÁLISIS, y coautor de los libros EL EJE DEL MAL ES HETEROSEXUAL y TEORIA QUEER: POLITICAS BOLLERAS, MARICAS, MESTIZAS, TRANS. Ha prologado y traducido con Beatriz Preciado el libro de Judith Butler LENGUAJE, PODER E IDENTIDAD, y con Paco Vidarte EL PENSAMIENTO HETEROSEXUAL de Monique Wittig. Es el responsable de la revista electrónica queer http://www.hartza.com/. Es el coordinador, con el fotógrafo Antino, de la campaña “OSOS CONTRA EL SIDA: PELOS SÍ, A PELO NO” (http://www.antinoo.com/). Actualmente trabaja en el Fondo Social Europeo.
Javier Sáez
Algo falla en la política de prevención contra el sida en el Estado español. Este año se cumplen 25 años del inicio de la pandemia y España sigue siendo el país con la tasa de infectados por VIH más alta de Europa occidental (0,7%, es decir, casi 300.00 personas según ONU SIDA).
La situación de l@s pres@s es muy grave, con más de un tercio de la población reclusa infectada, sin que a nadie parezca importarle. La infección por prácticas heterosexuales sigue aumentando cada año, ante el silencio cómplice de las autoridades. Éstas siguen sin abordar la regulación y los derechos de las prostitutas y chaperos a ejercer su trabajo en condiciones de protección y seguridad como trabajador@s que son, como ha denunciado el colectivo Hetaira numerosas veces.
Parece que la política del gobierno Zapatero es continuidad de la de Aznar: decir no a todo y esconder la cabeza. No a las drogas, no a la prostitución, no a l@s inmigrantes. Esas cosas no dan glamour. La pandemia del sida no es una prioridad de este gobierno. Las campañas son débiles, poco creíbles, y no llegan a la población. Poca gente sabe que ya existe la posibilidad de hacerse la prueba del sida en algunas farmacias, o en cualquier centro de salud. Se supone que es una iniciativa del Plan Nacional contra el sida, pero sencillamente el mensaje no llega a quien debería llegar.
Es increíble que en España no haya aún un registro de personas infectadas por VIH, sino sólo de aquellas que desarrollan la enfermedad. El Ministerio de Sanidad hace trampas y miente a la opinión pública cuando afirma que el sida baja. Carlos Cabezón, Secretario General de Madrid Positivo, desvela esta mentira con claridad: “el Ministerio no dice que en realidad hay más casos de infección por VIH. Si los enfermos no fallecen, y la enfermedad no se cura, es imposible que descienda [el sida]” (DIAGONAL, nº 22, 19 de enero 2006, pág. 38).
Se necesitan campañas explícitas, claras, constantes. En la televisión en la radio, en los institutos, en la calle. Hay que explicar cómo chutarse, porque la gente va a seguir tomando drogas, como ha hecho siempre. Hay que informar claramente de las vías de contagio, hablar en los anuncios de pollas, culos, coños, jeringuillas y sangre, no poner fotos alegóricas de pies desnudos y cristales. Hay que hablar del sida entre las mujeres, y dejar de invisibilizar a las lesbianas. Hay que prohibir a la iglesia católica que siga emitiendo mensajes irresponsables contra el uso del preservativo, y perseguirla penalmente, dado que sus declaraciones suponen un delito contra la salud pública. Hay que combatir la falsa opinión que se ha extendido en la sociedad (y eso incluye a la comunidad gay) de que el tratamiento con medicamentos hace llevadera la enfermedad y evita que sea mortal. Ese rumor ha alimentado enormemente las prácticas de riesgo en los últimos años. Hoy en día podemos ver en las saunas y los cuartos oscuros a mucha gente follando a pelo. Los chats de barebacking están a tope de personas buscando sexo sin preservativo.
Parte de la culpa de esta situación la tienen algunos empresarios gays, que siguen sin facilitar preservativos ni lubricante gratuitamente en sus locales. Y parte de la culpa es de nuestra propia comunidad, de nuestra incapacidad para abrir un debate sobre lo que está pasando, o de hablar entre nosotros del tema.
Las asociaciones GLTB están haciendo una labor muy valiosa y útil de información y de asistencia. Son las únicas que se preocupan de ir a los locales a poner carteles, de ofrecer información, de repartir preservativos, de atender dudas en sus diferentes servicios de asistencia. Pero es vergonzoso que una vez más la prevención la tengan que hacer organizaciones pequeñas, casi sin medios, ante la pasividad y el silencio de unas autoridades sanitarias irresponsables y cobardes.
La comunidad gay puede hacer al menos una cosa: no ser cómplice de ese genocidio encubierto, y cuidarse a sí misma. Nosotros sí sabemos cómo protegernos. Es sencillo: utiliza el preservativo.
Javier Sáez (Burgos, 1965) es sociólogo y traductor. Es autor del libro TEORIA QUEER Y PSICOANÁLISIS, y coautor de los libros EL EJE DEL MAL ES HETEROSEXUAL y TEORIA QUEER: POLITICAS BOLLERAS, MARICAS, MESTIZAS, TRANS. Ha prologado y traducido con Beatriz Preciado el libro de Judith Butler LENGUAJE, PODER E IDENTIDAD, y con Paco Vidarte EL PENSAMIENTO HETEROSEXUAL de Monique Wittig. Es el responsable de la revista electrónica queer http://www.hartza.com/. Es el coordinador, con el fotógrafo Antino, de la campaña “OSOS CONTRA EL SIDA: PELOS SÍ, A PELO NO” (http://www.antinoo.com/). Actualmente trabaja en el Fondo Social Europeo.
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