Wednesday, December 17, 2008

EVENING



EL ATARDECER



“Se un hombre, escandaliza a tus padres”
Anne (Claire Dannes)



“Ni Wittgenstein ni la clase de filosofía ¿que hay para comer?
Buddy(Hugh Dandy)




“El atardecer” de Lajos Koltai recupera el valor en alza como guionista del novelista Michael Cunningham autor de “Las horas” y “Una casa en el fin del mundo”. Bellamente rodada y con un impresionante plantel de actrices de todas las edades, “Evening” no ha tenido la repercusión de los otros filmes en los que ha participado Cunningham a pesar de incidir en las mismas constantes: la familia y sus roles, el paso del tiempo, la muerte, la sexualidad, cómo se determinan el pasado y el presente y una reflexión ambivalente sobre los sueños incumplidos. “El atardecer” comparte con “Las horas” un impresionante reparto coral femenino y con “Una casa en el fin del mundo” una reflexión -menos importante, pero más acerada aún - sobre la imposibilidad de vivir la homosexualidad en EEUU en épocas de constricción moral y cortapisas espirituales.


El filme transcurre a lo largo de la agonía de Anne (Vanessa Redgrave). Recuerda ésta su juventud, en particular la ocasión en que se enamoro localmente de un hombre llamado Harris (Patrick Wilson) durante la boda de su mejor amiga en una lujosa mansión de Newport. Harris era idolatrado por todas las chicas del lugar, y aunque estaba enamorado de “Anne joven” (interpretada por Claire Dannes) se casó con una enfermera, tras esa larga boda que acabó convertida en tragedia. Una trama folletinesca salvada por esos elementos de modernidad y delicadeza que Cunningham y Koltai ponen a la novela original de Susan Minot, coguionista del filme.

Algunas imágenes de postal, remedos del melodrama clásico forzados y varios trucos característicos del cine de Hollywood no impiden que “Evening” sea un filme hermoso, una bella tragedia sobre los errores del pasado y la cobardía ante la autenticidad y de la dificultad de ser uno mismo ante un mundo patriarcal y asfixiante en el que las mujeres y los gays fueron educados en la renuncia. Hay varios protagonistas en un relato coral que, a pesar de la vitalidad de algunos momentos, deja un poso de languidez y amargura. Uno es Anne, otro es su hija Nina (Toni Colette), enfrentada a su embarazo, y Harris, pero desatasca la figura de Buddy al que da vida con intensidad Hugh Dancy -secretamente enamorado de Harris-, un personaje que parece salido de la pluma de Tennesse Williams. Destacable es un gran cameo: el de Meryl Streep como Lila, aquella chica que se casó con un hombre al que no quería.

Algunas de sus imágenes nos recuerdan a los melodramas de los años cincuenta, algunos recursos visuales son algo acaramelados y hay instantes algo convencionales pero otros están dotados de una extraña fuerza dramática: particularmente aquellos en que el director enfrenta a las dos hijas de Anne (Toni Colette y Natacha Richardson) o en los que encara-con mayor pasión aun- a “Anne Joven” con Buddy, sorteando la verdad, “guardando las apariencias”. La vitalidad de Redvrage y Dannes hacen creíble un personaje femenino complejo que mientras delira en su agonía hurga en las heridas de su pasado al tiempo que recuerda momentos felices como aquel en el que canta con felicidad y pasión en la boda de su amiga.


“Evening” es, como “Las horas”, una historia sobre la frustración de las mujeres del pasado vista por las mujeres del presente y “el futuro” y a la vez la historia de un personaje gay que se destruye por ser incapaz de enfrentarse a un mundo anticuado y varonil. El mismo mundo que retrata Cunningham en sus novelas y que han retratado con desiguales pero interesantes resultados Stephen Daldry, Nicholas Meyer y Lajos Koltai.

Friday, October 31, 2008

¿SEGUIMOS EN EL DESIERTO?






“Media hora más contigo” de Donna Deitch sigue maravillosamente en pie, gracias a la fuerza de la construcción dramática de un relato que oscila entre el cine clásico y el cine provocador e independiente. Una pequeña obra maestra de la que, aún hoy, no me explico por qué es tan borroso el recuerdo de la primera vez que la vi ni por qué los espectadores de uno y otro lado del mundo no le han otorgado el lugar que merece en el la historia séptimo arte.

Parece como si Cay (Patricia Charbonneau) nunca hubiera subido a ese tren y los espectadores se hubieran quedado en Reno dándole vueltas al asunto, escuchando la música del rancho, jugando en el casino o haciendo de sheriff del condado. “Desert Hearts” supuso una bocanada de aire fresco en el cine del momento protagonizado por mujeres y no digamos ya en el aún más exiguo cine realizado por mujeres.

Media hora más contigo” contiene algunos recursos narrativos característicos del momento como la cortinilla, los lugares idílicos y asfixiantes o los secundarios definidos con trazo grueso, pero estos elementos -aparentemente molestos- están utilizados con notable inteligencia al igual que su construcción en sólidos episodios narrativos y sin ningún tipo de aspaviento visual. Estamos ante el transcurrir implacable de una fábula que a la vez parece lánguida y acelerada, tierna y dura, suave y dolorosa.

La escena central de la película es una de las secuencias de amor mejor rodadas de la historia del cine con un empleo asombroso del fundido encadenado y un sobrio juego con los colores encendidos y apagados, una variedad cromática que han presidido toda la narración.

Jane Rule, autora de la novela original y coguionista del filme, desafió a la sociedad estadounidense de los ochenta de forma más lúdica y menos pesimista de lo que lo ha hecho Annie Proulx recientemente con “Brokeback moutain”. A diferencia de la historia de Jack y Ennis, la de Cay y Viven tiene un final feliz y sus secuencias de erotismo no muestran ningún tapujo. Aún hoy sirven de modelo para actrices que dudan como interpretar una secuencia de amor entre mujeres. El sentimiento de culpabilidad y el desconcierto se diluyen y aparece la dicha. Aunque su construcción es la de un drama familiar, coral y se enmarca en una microcomunidad que pretende ser el reflejo de un universo aparentemente convencional, la fuerza que adquieren los personajes de Cay y Vivien y la inversión final de sus papeles logran un broche de oro para un trabajo que destila a la vez vitalidad y melancolía.


Tuesday, September 02, 2008

WALK ON WATER





El espía que ¿me amó?


Hansel y Gretel están vivos y bien
Y residen en Berlín
Ella es camarera y sirve cócteles
Él participó en una película de Fassbinder
Y ahora, de noche, se sientan juntos
A tomar Schapps y Gin
Y ella dice: Hansel, de veras me deprimes
Y ella responde: Gretel, de veras puedes ser una perra
Y continúa: he malgastado mi vida en tu tonta leyenda
Cuando mi único y verdadero amor
Fue la malvada bruja
Y él le responde: la historia es un ángel
Obligado a avanzar de espaldas al futuro
Y él ángel quiere regresar y arreglar las cosas
Reparar lo que fue destruido
De espaldas al futuro
Y a esa tormenta, a esa tormenta
la llaman
Progreso.

Laurie Anderson (“El sueño previo”)


Un asesinato al borde del mar. Un agente de la Mossad en busca de dos hermanos. Él guarda un secreto pero también ellos esconden los suyos propios. Del contacto mutuo ninguna de las dos partes puede salir indemne. Hansel y Gretel se han refugiado en Israel, su felicidad no es del todo completa, ya que Gretel-Pía sabe más que Hansel-Axel sobre las zonas oscuras del pasado familiar y casi tanto como Eyal, el agente justiciero “venido del pasado”.
La tierra prometida donde los dos hermanos quieren olvidar el pasado y encarar el futuro no es una tierra plácida, como nos indican esos atentados suicidas, que aquí resuenan como un eco en las noticias y que serán el eje temático de “The Bubble”, el último trabajo de Fox.


“Caminar sobre las aguas” es un filme amable y de visionado gratificante si lo comparamos con “Yossi & Jagger” o “The Bubble”, pero las cuestiones heredadas del uno (las sexualidades en un mundo militarizado, jerarquizado o en conflicto) y las que se pondrán de relieve en el último (el conflicto palestino-israelí, la frontera, los nuevos modelos de familia, el choque de culturas, la salida del armario) ya aparecen apuntadas en su hábil construcción dramática, donde no obstante, Fox y Uchovsky quieren ganarse al público internacional con una apuesta más apacible y, al menos en apariencia, más convencional.
Este es su primer filme rodado en inglés y el que les ha abierto definitivamente las puertas al mercado internacional, estrenándose en las salas comerciales de muchos países. Y ello pese a que la película contiene- en una de sus secuencias de acción, la más tensa del filme- una de las declaraciones políticas más violentas de Fox cuando Axel lamenta que Eyal no haya disparado sobre la banda de neonazis que los asaltan a la salida del metro y los golpean al verlos junto con un grupo de gays, travestís y transexuales, visibles… Estamos lejos del ascetismo, la sobriedad y la radicalidad ética y estética de Gitai o Avi Mogravi, pero a cambio tenemos una mirada fresca, joven u desinhibida sobre los mismos temas y algunos más.





El ángel de la muerte encarnado por Eyal (Lior Ashkenazi) encarna una masculinidad fálica, retrógrada, monolítica, inseparable de su pistola, incapaz de derramar una lágrima, carencia que él achaca a un trauma de nacimiento. Un ser que representa un papel y que busca venganza. Eyal ha provocado indirectamente el suicidio de la mujer que lo amó y ahora busca obsesivamente encontrar y asesinar al abuelo -un antiguo nazi escondido- de esos dos hermanos que, en cambio, van a conducirlo por terrenos desconocidos.

La sombra del pasado es como un fantasma impreciso que pesa en todo el filme sobre la vida de dos jóvenes aficionados a la música y el baile; que buscan encarar el presente y dejar atrás un pasado familiar sombrío, materializado en ese agente disfrazado de guía turístico, un varón de maneras corteses e intenciones homicidas . El segundo largo de Fox es un filme más digerible que “Yossi & Jagger”, o al menos no tan extremo, con un final más optimista y plácido y sus hábiles puntos de giro argumentales. Esta vez el conflicto bélico Israel-Palestina se encarna sobre todo en la furia vengadora de un agente secreto, un hombre que va a encontrarse con muchos secretos que acabarán enfrentándolo a su propia y fracturada identidad. Eyal monta en cólera cuando Axel se pregunta por las motivaciones de los terroristas palestinos, “por lo desesperada que tiene que estar esa gente…”. En cierto modo Fox está anunciándonos el tema de su siguiente largo, donde va a implicarse de lleno en el conflicto que sigue sacudiendo su país.





Una de los principales objetivos de “Walk on water” es mostrar cómo el amor, no sexual pero sí extremadamente sensual entre Eyal y Axel va a cambiar al primero, haciéndole abandonar la idea de matar. "Matas todo lo que amas" le dice , a la manera wildeana, su novia antes de suicidarse. Fox de nuevo interpela a las gentes de su país, hace un "tímido canto pacifista", aunque no llegue al desgarrado alegato antibelicista y la reflexión sociopolítica sobre el conflicto de “The Bubble”. El novio palestino de Axel está encarnado por Yousef Yoed Seid el mismo actor árabe que cobrará un trágico y romántico protagonismo en “The Bubble”, y a pesar de su presencia fugaz en el filme su frase lapidaria “los judíos estáis obsesionados con lo que os hicieron y no os molestáis en ir más allá…” resuena en todo el filme. Pero habremos de esperar al filme siguiente de Fox-Uchovsky para que la frase se materialice en una historia verdadera y en unas imágenes de amor y dolor, en las que la tragedia palestina aparece como la sombra de un nuevo tipo de holocausto, tal vez más sutil pero no menos devastador.

La reacción homófoba de Eyal cuando descubra el secreto de Axel (Axel es gay) será extrema porque en los rituales homosociales que han compartido- mear juntos, ducharse y bañarse juntos en el mar- Axel no ha revelado “su secreto”- no ha hablado lo bastante- pero Eyal, en esos mismos momentos de contacto físico y humano, ha compartido una parte íntima de sí mismo e incluso ha comenzado a dejar salir sus sentimientos . Cuando por primera vez falla en las pruebas de tiro, Eyal lo achaca directamente “al exceso de cantantes femeninas”. Cuando frente al Muro de las Lamentaciones el arrogante Eyal se muestra indignado por todo lo que se le ha ocultado, la desgarrada y algo arrogante Pía (Carolina Peters) no le da una respuesta fácil. Para ella su hermano Axel, su comportamiento y su sexualidad -de la que se pavoneaba de adolescente- tampoco es un tema fácil, como tampoco lo es el hecho de encarar que su abuelo siga con vida, manchando su presente y la relación con sus padres. La relación entre Axel y Pía es a la vez tensa, cariñosa y con un punto incestuoso que pertenece, sin duda, a la cultura alemana. Hansel y Gretel también salieron de plumas germánicas. Y es en Berlín, en la mansión de lujo donde ocultan al antiguo miembro de las SS, donde este ángel-demonio herido aprende a llorar en los brazos de Axel, siendo Axel quién ponga fin a la vida de su abuelo nazi.




El guión es habilidoso hasta el malabarismo- mezclando con sabiduría el drama, el "thriller" y la comedia de situación-, pero puede parecernos demasiado alambicado y hasta algo tramposo a quienes admiramos la no menos hábil contención de "Time off" o “Yossi & Jagger”. Sin duda la mano de Uchovsky está más presente en este filme, del que es guionista y no sólo productor. Un trabajo en el que se incide más en la situación actual de Israel que en el machismo y la homofobia del ejercito y donde se nos muestra la vida en un Tel-Aviv moderno y colorista bellamente fotografiado en todos sus escenarios y, de nuevo, acompañado de la música de su inseparable Ivri Lider. La identidad sexual en las fuerzas armadas de su país vuelve, no obstante a estar presente aquí personificado en el personaje que más drásticamente evoluciona, el falsamente hierático y adusto Eyal. Aunque quizá el cambio de Eyal pueda dejarnos insatisfechos porque esperábamos que cayera en los brazos de Axel y cae en los de Pía. Su contacto con el lado femenino es espiritual y carnal y su redención tiene algo de mesiánica. Eyal se convierte en padre. Pero su recuerdo final en la cinta es para Axel y se materializa con un lirismo que no teme rozar la cursilería en esa imagen final en la que ambos caminan sobre el mar de Galilea. No obstante, el filme nos ha planteado complejos interrogantes sobre las identidades que se mezclan, las culturas que chocan y las palabras que se contagian. La curiosidad de Eyal sobre la sexualidad de Axel se encuadra dentro de una política de lo normal que en realidad no acaba de cuajar, a pesar de la placidez del hermanamiento final.

Todas estas cuestiones sobre masculinidad y feminidad se llevan a primera línea en “The Bubble”, otra historia que puede parecernos demasiado rocambolesca pero que mantiene un magnífico equilibrio entre lo descarnado, lo realista, lo romántico y lo poético. En un momento de la cinta uno de los protagonistas de “The Bubble” dice “No empieces con Judith Butler”, una judía también desgarrada por cuestiones de género, raza y sexualidad que está quizás delante -o detrás- del espíritu de estos filmes, por la forma de cuestionar en su obra ensayística la dicotomía masculinidad/feminidad como un producto de las tecnologías de la raza, la nacionalidad y el militarismo o incluso como un abismo que confunde al sujeto entero/hetero en una posición fóbica. Como decía Trevor Hope “La homosexualidad no es la lógica que sostiene al sujeto masculino sino el abismo que lo confunde y lo arroja en su fóbica ex-sistencia”.

Saturday, August 30, 2008

TO DIE FOR






SI QUERÍAS UNA NIÑERA HABERTE CASADO CON MARY POPPINS



“Todo por un sueño” supuso una sorpresa para los compañeros de carretera del irregular francotirador Gus Van Sant. Los que admiraron “Mala noche” y “Drugstore Cowboy” o adoraron “My own private Idaho” o quedaron estupefactos con el efecto lisérgico “Ever Cowgirls get the blues” vieron sin duda un giro decisivo en la carrera de este francotirador del cine independiente, gay e iconoclasta con "Todo por un sueño": la historia de Suzanne Maretto, una presentadora de televisión arribista dispuesta a todo para lograr el éxito personal y profesional. El problema es que Suzanne se ha casado con Larry, un tipo mediocre -al que da vida un Matt Dillon de mirada perruna- que no entra en su mundo, limitado a los rayos catódicos y la búsqueda a toda costa de “un lugar en el sol”. El personaje de Suzanne es una verdadera performance interpretativa de Nicole Kidman que logra uno de los papeles más difíciles de su carrera interpretando a una “mala” llena de gancho que, a pesar de su mezquindad, se gana la simpatía del espectador por la estupidez con la que se conducen todos los que la rodean, particularmente los hombres.




El realizador de "Elephant" y "Last days" articula el camp, la ironía, el humor negro, la mirada homoerótica y el gusto por admirar a una "gran mujer" y a la vez mostrar sin piedad su lado más oscuro y sus artimañas más rastreras. También traza una disección implacable de los mecanismos de ascensión y triunfo en la sociedad occidental en general y en el mundillo de los medios de comunicación en particular. Y también retrata el mundo del que procede: la clase media estadounidense, su falsa inocencia, sus valores nuevos y corsés heredados.

Van Sant se enfrenta a una visión moderna y aparentemente ligera de la “mujer fatal” en un personaje que es un misterio y que desde el principio se nos muestra como una imagen pública que se disuelve gráficamente en "un montón de puntitos". Suzanne es una criatura a la vez monolítica (ciega en sus propósitos) y centrífuga ya que es alternativamente adorada u odiada por aquellos que le rodean, particularmente por la familia de su marido –cercana a la mafia italiana- y por esos tres chicos jóvenes del instituto a los que utiliza en su carrera hacia el estrellato.

¿Por qué, a pesar de todo, nos cae bien Suzanne? Porque utiliza y maneja a seres a los que destamos en la vida común, es decir aquellos que admiran ciegamente a gente como ella y que a la vez fijan sus horizontes vitales en los “familie values” y la estabilidad al uso. Suzanne no encaja en ese puzzle sino que más bien lo desbarata igual que Van Sant desorganiza el relato temporalmente para dar una visión a la vez completa e incompleta, cáustica y devastadora, del personaje y su mundo.

Suzanne es un objeto y un sujeto y también una idea visual que nace de una imaginación saturada por el camp, es decir, por una mirada perversa sobre algo falsamente inocente y lleno de claves, en este caso el atractivo y el garbo de la protagonista para seducir y engañar.


Cuando su marido y la familia de esta instan a Suzanne a convertirse "en madre" ella responde con una sentencia lapidaria: “Si querías una niñera haberte casado con Mary Poppins”. La dama de hielo – como la define su sagaz cuñada- la chica de la portada de las revistas -como diría Addison de Witt-, muestra su lado oscuro y lo hace a través de un giro que tiene mucho de mirada gay, queer e iconoclasta sobre la familia tradicional y los valores tradicionales. Suzanne no es una heroína, y es difícil empatizar con ella, pero gran parte del placer de “To die for” está en compartir con ella determinados gestos, forma de actuar o en admirar como utiliza el rostro, ropas, guiños, maquillaje, artilugios y frases hechas o deshechas para lograr un estilo de vida propio. Apariencia y realidad se confuden con perversidad.

El destino fatal de Suzane no es ejemplificador ya que no puede destruirse del todo algo que no se ha llegado a construir y es que la “chica del tiempo” de la tele es una imagen mental sobre la Norteamérica con mayúsculas y dos de sus pilares más sagrados: la familia núclear y la comunicación audiovisual.

Suzanne seduce a un joven con problemas de adaptación (interpretado por un jovencísimo Joaquin Phoenix), coquetea con una chica con tendencias lésbicas, asesina a su marido cuando se interpone en su camino y, en el fondo, presentimos como desprecia a cuantos le rodean aunque no podemos odiarla del todo por todo ello ya que ella misma parece definirse como el producto de una sociedad y un momento y acaba convirtiéndose en una bomba de relojería sobre el patriarcado tradicionalista y sobre la gente como ella o con sus mismas aspiraciones. Van Sant, como en otras ocasiones roza el moralismo pero cree demasiado en la fuerza de su personaje para emitir un juicio y deja, como siempre, una puerta abierta a la duda , el desasosiego y el desconcierto.

Monday, July 14, 2008

UNA CASA EN EL FIN DEL MUNDO





La familia de Bobby:

A estas alturas no es ningún descubrimiento que Michael Cunningham, autor de “Las horas”, es un novelista solvente y en ocasiones conmovedor. Ya en su primera novela “Una casa en el fin del mundo” -que ahora ha sido objeto de una meramente correcta adaptación cinematográfica por parte del debutante Michael Mayer- veíamos a un escritor profundamente estadounidense pero imbuido de una gran sensibilidad literaria que también remitía a la novela europea (no en vano Virginia Woolf se erige la musa de “The hours”, su libro más popular y fundamento de un importante filme dirigido por Sthepen Daldry).




Cunningham es, sobre todo, un hábil constructor de personajes a los que arrastra por tramas bien construidas pero algo alambicadas y no siempre verosímiles (como ocurre en su último libro, el para mi interesante pero a la vez ambicioso y fallido “Días memorables” donde sustituye a Woolf por Walt Whitman como referente cultural y motor de la trama).







“Una casa en el fin del mundo” es una historia estadounidense hasta la médula aunque desafía, eso sí, tímidamente, algunos de sus valores más sagrados: como son la familia nuclear, patriarcal y tradicional heterosexual, a la que propone un modelo alternativo, y echa un vistazo a la era hippie, sus ilusiones de cambio, sus promesas incumplidas y sus fracasos individuales.


Tanto el libro como el filme, como casi todo el universo creado por Cunningham, son melodramas en toda regla, aunque no faltan las situaciones de humor, comedia y una elegante ironía que le sirve para enfrentar a sus personajes- siempre tratados con humanidad- con aquellas situaciones de las que precisamente huyen.



Hay algo en el filme no obstante que defrauda a los admiradores del libro y a los admiradores de los aspectos más transgresores de su prosa que tan acertadamente supo poner imágenes Daldry en “Las horas”, una intensa y original transposición de un libro muy difícil de adaptar, en el que el lesbianismo reprimido salta a primer término en los momentos más perturbadores del relato).



Con situaciones y personajes más cinematográficos Meyer en cambio fracasa en su cuestionamiento de los valores tradicionales y, no sabemos si por culpa de la esforzada pero excesivamente acaramelada composición de Colin Farrell como el angelical Bobby, el filme se me antoja un drama de corte muy clásico, formalmente conservador, con varios momentos de gran belleza pero que, a pesar de los fantásticos trabajos actorales de Naomi Watts y Sissy Spaseck , resulta simplón en el retrato de un cuarteto protagonista que no logra traspasar la cualidad de amables estereotipos: Bobby, el chico diferente que se ha hecho-a sí mismo y que en su temprana orfandad es acogido por la familia de Jonathan; el propio Jonathan tipificado como gay eternamente enamorado de Bobby-amor de adolescencia- y después con una vida promiscua y despreocupada que se identifica como anterior a la era del SIDA que lo acaba atrapando- vaya por Dios-, y la propia Claire que, a pesar del esfuerzo de Watts por trabajar todos y cada uno de los matices del personaje y sus relaciones con los dos chicos , no deja de ser un reflejo de un personaje femenino arquetípico, la buena amiga del homosexual del que está enamorada. Una chica a la vez tradicional y rompedora, o desevuelta en sus formas y conservadora en su corazón. Como interesante y original es la historia “Una casa en el fin del mundo” pero formalmente previsible y acomodaticia es la adaptación de Meyer, no obstante entretenida, cuidadosamente fotografiada y visualmente impecable.





Hay otro excelente libro de Cunningham “De carne y hueso”, otra novela-río familiar, de argumento y personajes fascinantes, si cabe más complejos y atrevidos que el del resto de sus libros. Esperemos que si pasa a la gran pantalla lo haga con las mismas buenas intenciones pero con algo más de garra y audacia fílmicas.

Monday, June 23, 2008

TECHINE RECUPERADO




ALICE Y MARTIN








Alice, Martin y Benjamín





Según Roland Barthes, que como ya he comentado fue buen amigo de Téchiné y el actor Jacques Nolot, sin Edipo y su mitología nos hubiéramos perdido algunas de las narraciones mas interesantes de la literatura clásica, moderna y contemporánea. Y sobre el Edipo y su superación se sustenta, al menos en apariencia, la historia de uno de los filmes más líricos e incomprendidos del director francés: “Alice et Martin”.




Para un completo desconocedor del cine de Téchiné este filme, aparentemente largo pero misteriosamente equilibrado, podría suponer un resumen de las constantes temáticas y estilísticas de este singular epígono de la "nouvelle vague" francesa. En él recoge muchos de sus temas favoritos, no todos, y se rodea de sus colaboradores habituales, como son los guionistas Gillles Tourand y Oliver Assayas y el compositor Phillipe Sarde.




De nuevo un joven protagonista desarraigado, un trío peculiar, un viaje del campo a la ciudad, un trauma, penetración psicológica y belleza formal sin renunciar al naturalismo… La trayectoria de Martin hacia París podría parecer una réplica de la de Pierrot a la misma capital en “J¨embrasse pas” pero es a la vez un viaje opuesto. Si Pierrot abandona el campo para encontrar un entorno urbano hostil, Martin logra triunfar como modelo fotográfico, siendo acogido nada menos que por la firma Armani, en la gran ciudad, vendiendo, si no su cuerpo como Pierre, al menos su imagen. El mismo, aunque contento de poder ganarse con holgura la vida, parece incómodo en una posición de objeto de contemplación que, según sus propias palabras, “lo feminiza”. A diferencia del filme citado, “Alice et Martin” no es un filme lineal sino centrífugo, guarda un secreto y un importante y largo flash-back y contiene los mismos importantes saltos temporales y bloques narrativos diferenciados que caracterizaban una obra como “Los ladrones” donde también el pasado y el presente, en un tono mucho más crispado, se influyen de un modo determinante.




Tras la muerte de su padre, Martin huye por una naturaleza agreste, bellamente fotografiada, convirtiéndose en una especie de animalillo o “enfant sauvage” a pesar de su mayor edad y buen aspecto. Téchiné no desaprovecha ocasión para recrearse en la corporalidad del joven, que escapa por un entorno rural que le ofrece dificultades de supervivencia. Roba huevos en una granja, huye de un lado a otro buscando cobijo y detenido por la policía va a parar finalmente a la casa que comparten en París su hermano Benjamín, empleado en la FNAC aunque deseoso de dedicarse al teatro y Alice, una joven concertista de violín (Juliette Binoche, en un papel hecho a su medida). Alice no lo recibe con especial entusiasmo a diferencia de su hermano Benjamín, un personaje de un optimismo algo forzado, que se muestra siempre bien dispuesto, incluso cuando después de un encuentro sexual esporádico con otro hombre éste le hace una herida en la cabeza con un cenicero. Todos los personajes, en distinta medida tienen sus heridas y, como ocurre tantas veces en Téchiné, adoptan máscaras y tienen dificultades para comunicarse con los otros o consigo mismos. Esto se hace patente en el seguimiento sigiloso que hace el febril Martin de la aparentemente fría Alice por las calles de la ciudad, hasta que ella le cuenta un tristísimo episodio de infancia que parece acercarlos anímicamente.




Pero el protagonista absoluto de la cinta, a pesar de que las interpretaciones de Juliette Binoche y Mathieu Amalric (Benjamín) le roben muchas de las secuencias es Martin (Alexis Loret) y su drama edípico, aunque el personaje de Alice, inicialmente cerrada y algo antipática, y sus dificultades emocionales, su modo de no amar al principio y luego amar locamente al solícito protagonista, van cobrando progresiva relevancia. En uno de los mejores momentos del filme, Alice huyendo de Martin que acaba de declarársele se refugia en el metro pero por los cristales solo puede ver desfilar gigantescos posters en blanco y negro del nuevo Martín, convertido ya estrella de una superficialidad que, no obstante, como en su caso, oculta un fondo atormentado y un pasado que vuelve.




A diferencia de lo que sucede en otros filmes suyos, aquí París muestra un rostro urbano cálido, con un ambiente de cierta comodidad, con calles amplias e iluminaciones alegres (algo así como el reverso de la gran ciudad que veíamos en “Rendez-vous” y “J’embrasse pas”, donde las sombras y la amenaza de la violencia, verbal, física o proveniente de la degradación del entorno, son constantes).




Coproducción franco-española “Alice y Martin”, además de una breve aparición de Carmen Maura como la madre del protagonista -en un personaje con vagos ecos almodovarianos-, incluye un viaje a Granada que tras su apariencia turística sirve para definir con imágenes sensuales la evolución de la pareja protagonista que ha dejado en París a Benjamín, así como nuevas y no siempre cómodas revelaciones. Allí, en el Sur de España, en una casita frente a un mar que cobra una gran relevancia visual y simbólica, afloran los recuerdos y se desencadenan los elementos más sombríos de un relato que puede parecer alargado, pero que visto con la debida atención puede considerarse como una de las obras más completas y poco estudiadas del cine europeo reciente.




Como en otras obras suyas Téchiné aborda aquí el tema de la culpabilidad y la redención, quizás de un modo demasiado pesimista, pero, nuevamente, no juzga a sus personajes sino que trata de comprenderlos y que nosotros lo hagamos con él.

Sunday, May 04, 2008

MI ENTREVISTA EN LA REVISTA MEXICANA SIEMPRE




a cargo de Eve Gil



“Mi pasión por el cine es una pasión que tiene algo de enfermizo —confiesa Eduardo Nabal—. Sé que puede sonar algo tópico pero cuando la vida real no te satisface buscas un sucedáneo, y para mí, al menos, mi infancia y adolescencia fueron los libros y el cine.”Nabal, nacido en Burgos, España, en 1970, es autor del libro El marica, la bruja y el armario (Egales Editorial, Barcelona, 2007), donde se analizan obras cinematográficas desde una perspectiva homosexual y de género y nos brinda, además, una variante de esta confesión, que tiene que ver con la película Thelma & Louise, de Ridley Scout.




El trayecto

“Me interesa contar —dice— cómo desde mi posición de espectador gay, saliendo del armario en la época en que me pilló su archipublicitado estreno en 1992, la propuesta funcionó también como una posible fantasía de liberación (o al menos afirmación) gay masculina.”“Yo quería ser cinéfilo y ver que el cine me tratara con dignidad —continúa el crítico y escritor—. Yo quería que ese señor (y casi siempre era un varón, al menos entonces) que hablaba de cine pudiera hablar de gays, lesbianas y transexuales sin paternalismos, exabruptos o subterfugios. En este trayecto sucedió algo doloroso en mi vida: dejé de pertenecer al aula de cine de la Universidad de Burgos por razones injustas, rastreras y mezquinas que no viene al caso mencionar. Así que me puse a escribir una idea que me rondaba por la cabeza… y nació este libro”.El título del libro puede parecernos duro a los mexicanos, pero los términos “marica” y “bruja” han sido acuñados por homosexuales y feministas, respectivamente, transformado en sinónimo de autoaceptación y orgullo. Y si bien ambos grupos han sido aliados en la lucha por el reconocimiento a sus derechos, Eduardo centra su análisis en la misoginia gay y la homofobia femenina, según se ha planteado en el cine de ayer y hoy.



Los insultos



“Queer es un insulto. En inglés significa maricón, bollera, marimacho… El término surge como apropiación de ese insulto para darle la vuelta. Digamos que era el grito de los pobres del mundo gay-lesbiano visible, el grito de los enfermos de sida mal entendido, de las microcomunidades o minorías sexuales peor vistas. Ahora bien, este término ha sido apropiado por muchas personas, entre ellos gente de la academia.”“Es precisamente de las lesbianas y para las mujeres de toda condición de quien surge lo queer —continúa el crítico—. Y sus grandes madres en el mundo son gente como Alice Walker, Gloria Anzaldúa, Cherrie Moraga o incluso diría que Adrienne Rich, muy reivindicadas por el movimiento feminista. También hay jotas. Lo que ocurre es que los varones, de una u otra orientación sexual, tendemos a acapararlo todo, a darnos prioridad. Pero el movimiento feminista tiene una tradición fuerte y la cuestión gay-les-queer es más reciente. Como decía Anzaldúa: «Hay algo irresistible en tener acceso a ambos mundos…»”. Las críticas más ácidas del libro están dirigidas hacia el cine español (hasta la película mexicana "Y tu mamá también" sale más o menos bien librada del despiadado análisis del crítico). Eduardo lamenta que en su país no existan un Eytan Fox, un Ferzan Ozpetek, un Patrice Chereau, o al menos un François Ozon. Si acaso un Almodóvar muy apegado a la tradición oral femenina. “Yo meto mucha caña al cine español porque quiero más de él. Almodóvar es un clásico y hay voces nuevas como Ramón Salazar, Marta Balletbó Coll (directora de la apasionante "Sevigne") Miguel Albadalejo o el controvertido Antonio Hens que se han dado a conocer tratando, entre otras muchas cosas, temas gays o lesbianas. ¿Por qué no hablar en primera persona? ¿Y por qué sus trabajos aquí no tienen tantos seguidores como los de Fox u Ozon en sus respectivos países? Estamos muy adelantados en cuestiones de legislación pero el cambio sociocultural deja mucho que desear. Lo vemos reflejado en las pantallas.”



La bisexualidad de Shakespeare



Respecto a la vigencia que han cobrado William Shakespeare y Oscar Wilde en el cine hollywoodense, “las fuentes históricas de Shakespeare in love —dice el crítico— son imprecisas, pero la bisexualidad de Shakespeare es un hecho conocido y no podemos desligar su vida y su obra, como no lo hacemos cuando hablamos de la vida y los amores de los literatos heterosexuales. Hay que leer entre líneas, como en el caso de Lorca, Cernuda o Cervantes, pero ¡hostia!, que nos lo presenten enamorado y en una gran producción de Hollywood para dejar tranquilo «a no sé quién», me parece muy fuerte. De todas formas el filme que abordo en el libro es Belleza prohibida de Richard Eyre, basada en la obra «Complet female stage beuty», situada en el siglo XVII. Estamos ya más cerca de Virginia Woolf y de Oscar Wilde. Un filme muy hermoso sobre el género como teatro.” Prosigue Eduardo Nabal:“Wilde escribió sobre algo muy intemporal; las apariencias, la hipocresía, criticó con dureza la sociedad de su tiempo y para su desgracia se enfrentó a ella sin las armas que hoy tenemos en algunos países para combatir la homofobia…, ¡pero yo quiero ver una versión nueva de «Dorian Gray» donde se destape la carga homoerótica del original!”.De las películas recientes con temática gay que ha visto Eduardo Nabal, considera que las que más se aproximan a la realidad contemporánea son "Shortbus", de John Cameron Mitchell y "Crazy", del canadiense Jean Marc Vallé. “El primero sería una especie de paraíso de diversidad al que se aspira y el segundo uno de los muchos posibles retratos del mundo del que venimos. .