Saturday, December 30, 2006

Un relato rescatado




ACABARLO, JUNTOS.
"A la memoria de mi padre"



Soy el más odiado, repudiado y temido de los reclusos. No sólo nadie me dirige la palabra, cómo hacen algunos con los violadores y los asesinos a sueldo, sino que todos los demás presos vuelven la cabeza según me ven, o echan a correr, o vuelven rápidamente a sus ratoneras, si me dejan salir al patio. Pero eso se acabó, no salgo más al exterior. Los que trabajan allí se turnan para acercarse a mí. Muchas cosas han cambiado en mi vida. Y pensar que empecé siendo un profesor de Derecho en la Universidad de Burgos. Tenía un futuro prometedor.
La primera vez que entré me pusieron con otro preso, un asesino múltiple que mató a una familia para luego llevarse únicamente un ordenador portátil y un juego de cucharillas de plata. Ese tipo debería estar en un psiquiátrico pienso yo, pero oí que prefería las rejas de este tugurio a las aparentemente más inocuas de la clínica mental. Cuando le comenté la naturaleza de mi delito se encarmó a la ventana, rompiendo los cristales, luego se apartó en otra dirección, aplastándose, aboyándose contra el metal y llamó a gritos a los guardianes. Su voz podía oírse en todas las galerías, creo que hasta en aquellas inacabadas, situadas bajo el suelo, que los presos de antaño excavaron un día para intentar escapar. Hoy día escapar es imposible, las nuevas tecnologías nos lo impiden. Un ojo mediático nos vigila día y noche. El Gran Hermano se ha trasladado de Orwell a la telebasura y de la telebasura a los macos más importantes. El caso es que vociferó como un poseso, escupió en todas las direcciones, menos en la mía, y no se calmó hasta que un guarda malhumorado le sacó de allí y le llevó a la enfermería, no sin antes propinarle un porrazo en el cuello y otro en el abdomen.
Los jueves viene el psiquiatra de la prisión, es un hombre seco, que apenas habla y apenas escucha, pero que te hace sentir mejor, porque te recibe y supones que alguien se interesa por ti. A veces esperamos horas impacientes hasta que aparece, milagrosamente, el jueves de cualquier mes, en este lugar que nunca abandonaré. Sólo abandono estas cuatro paredes para ver su cara avinagrada y sus sonrisas de falsete. Ya no tengo horas de paseo, ni siquiera custodiado, por la galería.
Ahora me han puesto con otro preso. Mi tiempo lo paso con mi compañero de celda, el sordomudo, o así lo llaman, que no sabe porque estoy aquí. Si lo supiera lo más probable es que pidiera, en su lenguaje, que le cambiaran o me cambiaran de lugar. Pediría un traslado. Creo que el está aquí por robar en un hipermercado, pero no estoy seguro. Corren muchos bulos detrás de estos muros de piedra y metales.
Recuerdo como empezó todo. Me acuerdo, incluso, aquellos los tiempos en blanco y negro antes de que empezará la persecución. Marlene Dietrich, vestida de hombre, lanzaba humo a los espectadores en los cines. La gente fumaba un cigarro después de hacer el amor, en las películas yankees, y fuera de ellas. Bogart, con su gabardina gris, también fumaba, de detective o de paisano, antes de enfrentarse a un caso o después de entregar a una mujer a su marido o a la policía. Los ceniceros rebosaban. Yo empecé a fumar tarde, pero con ganas. Primero subieron los precios de las cajetillas. Luego hicieron campañas millonarias. La gente te miraba mal, si fumabas. Pusieron ominosos letreros en los paquetes, advirtiendo de una muerte temprana y dolorosa. Del daño que haces a los otros o a los futuros otros. Pusieron fotos de gente agonizando, pulmones negros y arterias desgastadas. Después nos relegaron a los rincones de los cafés, los bares y los restaurantes. Rincón para fumadores, rezaban los carteles. Aquí se puede fumar. En este otro sitio no. Los menores de edad no podían entrar donde había gente fumando. Pero las maquinas, con sus luces de neón, sus músicas incitantes y sus nuevas marcas seguían tentándonos. Mi familia se puso en mi contra. Olían mis prendas, registraban mis bolsillos, mis cajones. Todos me decían, déjalo. Por fin, llegó La Prohibición. Se reformó el Código Penal. Nos reuníamos en sótanos y en locales clandestinos donde fumábamos compulsivamente, tras días de abstinencia. El mercado negro sustituyo al mercado blanco, y los nuevos gansters, se hicieron, otra vez, de oro. Pero la policía no paraba. Empezaron las redadas en aquellos tugurios malolientes que para mí eran paraísos prohibidos de humo y libertad. En una de esas redadas me pillaron. Nos pillaron, con las manos en la nicotina. El juicio fue rápido e inapelable. Éramos sólo tres y nos mandaron a cárceles de diferentes países. Yo tuve suerte. Me quedé en una cárcel occidental y castellanoparlante.
Ahora es de noche e Iván, el sordomudo, no para de leer libros de cuentos y, a veces, me escenifica sus historias para pasárselo bien o para hacerme olvidar que no puedo dormir. Iván y yo somos amigos. Es un chico valiente. Está muy delgado y sus ojos con bolsas parecen temerosos pero se enfrenta como nadie a enfermeras y celadores. Siempre me ayuda y a veces compartimos la comida. Su menú es mucho más variado y suculento que él mío. Ha tratado de enseñarme el lenguaje de los signos, pero no soy un buen alumno. Apenas he aprendido algo. Estoy demasiado agitado. Creo ver colillas donde hay cucarachas o desperdicios y todavía se oyen voces en las celdas de aislamiento que me insultan y me increpan. Otras empiezan a sonar dentro de mi cabeza. Él hace gestos como diciendo “no les hagas caso”, o algo así. Sí, le he hablado también de las voces en mi cabeza.
Un día, Iván, después de casi dos horas de giros de manos, movimientos de cabeza y muecas dolorosas logró hacerme entender que le soltaban al día siguiente. Iba a ser libre, pero estaba aterrado del exterior. Una visita al psiquiatra del talego, y a la calle. Se vistió y se atusó mucho para esa última visita. Estaba irreconocible. Al venir a recoger sus cosas me entregó un libro que le había dado el médico, un regalo de despedida. Enseguida noté algo raro. El libro abultaba, no cerraba bien. Lo abrí y encontré un cigarro, largo y rubio. Sin duda lo había robado del despacho del psiquiatra, de algún rincón secreto, que Iván conocía hace tiempo. También se había llevado un encendedor. Traté de ocultarlos para que no los filmaran las cámaras, pero él me detuvo en seco. Me obligo a sentarme. Ya no importaba. Me dió fuego, se puso a mi lado, chupó una calada, aspiró hondamente y me lo pasó. Alargó sus dedos y me lo puso, literalmente, en la boca.

- Tal vez tengamos tiempo de acabarlo, juntos. Antes de que vengan –dijo Iván. Esas fueron las primeras y últimas palabras que oí salir de sus labios.

Thursday, November 16, 2006

Un corto español


De bellísima factura, inquietante y perturbador el corto "Cerrojos" de Carlos Ceacero, es una reflexión poética sobre la huida de un joven de su propia sexualidad Entre la ternura y el horror, la historia de Martin, recuerda a imágenes de Villaronga al tiempo que contiene una contemporánea y personal inmediatez... El cortometraje parece un campo de lanzamiento para jóvenes y prometedores realizadores que tratan temás nuevos y desde perspectivas diferentes. El éxito de "Hongos" de Ramón Salazar, "Amores que matan" de Iciar Bollaín, "Gol" de Daniel Sánchez Arévalo,"En malas compañías" de Antonio Hens, "Back room" de Guillen Morales ha permitido que estos realizadores estén ya en el campo del largo. Otros y otras no han tenido aún la misma suerte. Esperamos que un filme como "Cerojos", con su impresionante energía visual, sea el preludio de una interesante carrera cinematográfico igual que ansiamos los primeros largos de Jorge Torregrosa, Belen Macías o Antonia San Juan. En fin, que la industria les de una oportunidad.

Thursday, September 28, 2006

NOSTALGIA DEL VHS (Un cuentin)




Iba siempre al mismo videoclub, pero rara vez llevaba dinero para alquilar. Esto me provocaba una situación de creciente incomodidad. Yo era un mirón, un voyeur en un pequeño país reservado para los voyeurs que, al menos, pagan por mirar. Practicaba el placer de contemplar las carátulas. Bueno, esto no es del todo exacto. En ocasiones, alquilaba algo, unas veces por sincera pasión, otras con simple curiosidad o interés y otras para espantar el miedo que me producía que aquel joven dependiente me reprendiese por no alquilar. Me riñese por limitarme a mirar por fuera. Aunque eso nunca sucedió Sabía que se llamaba Israel, porque en ocasiones venía a buscarle una chica muy habladora, tirando a gritona, a la que yo, equivocadamente, había catalogado como su novia.
Israel parecía sacado de una comedia romántica hollywoodiense de las de ahora, con su flequillo rubio, sus ojos verdes y su talle de deportista. Solo su nariz, demasiado chata, estropeaba la belleza de su estampa. No obstante, era reservado, no tanto como yo, pero si bastante. Rara vez establecía largas conversaciones con los que pasaban por allí. Eso sí, parecía haberlo visto todo, no era maniático como yo, y sabía que película convenía a cada cliente. No los juzgaba. Yo en cambio catalogaba a la gente por el tipo de películas que cogían, incluso me atrevía a imaginar su ideología política. No se de donde sacaba tiempo para ver tanto cine, ya que trabajaba mañana y tarde y, a veces, cuando yo pasaba por allí al caer la noche lo veía todavía en la penumbra del interior, ordenando los dvds que los buscadores de películas habían puesto manga por hombro. No soportaba que un drama estuviera en el lugar de las comedias o que una película colombiana apareciera en el estante del cine español.
Hubo unos días en el que lo noté especialmente taciturno y pronto intuí la razón. El VHS había sido sustituido con una velocidad apabullante por el nuevo formato y las viejas cintas, algunos recipientes de historias maravillosas, se iban apelotonando en los rincones más insospechados de la tienda. Luego empezaron a venderse muy baratas, primero a diez euros luego a dos y hasta a uno. Y aún así pocos las compraban. Yo, no obstante y, aunque como la mayoría, prefería la comodidad manejable e interactiva del nuevo formato no dejaba de repasarlas como hacía con los nuevos títulos. Esto provocó la primera frase que me dirigió aparte de los habituales hola, adios, esta la has llevado, tienes un día de retraso, esta es novedad la tienes que traer mañana… Sin levantar la voz y al ver como yo revolvía algunos clásicos, que acumulaban polvo sobre sus cajas de colores, me espetó: Es una pena, una verdadera pena, algunos de esos títulos son joyas y ya no van a reeditarse… Me di la vuelta, algo sobresaltado y vi que, casi por primera vez, me miraba fijamente a los ojos.
Como si sus palabras hubieran atraído a alguna maldición fruto de la añoranza empezó a llover fuera de la tienda con una furia poco habitual en la ciudad. Llovía, y llovía cada vez más, y estábamos aislados entre la luz de neón del pequeño videoclub y la inmensa oscuridad aguada del exterior por donde los transeúntes, sin paraguas, iniciaban una carrera hacia los portales.
Se ofreció a llevarme a casa, yo ni siquiera sabía que conducía, y acepté, aunque podía haber ido andando o, mejor dicho, corriendo bajo la lluvia, pues tampoco vivía tan lejos. Bajó la verja con ese golpe seguro y metálico con el que se lo había visto hacer tantas veces y me señaló su coche, pequeño y sucio pero de aspecto cómodo.
- Tiene mas polvo que el VHS- le dije, para arrepentirme después de la descortesía de mis palabras
Él se limitó a sonreír. – Este no esta en venta
Nos montamos en el auto, Israel puso el limpiaparabrisas para ahuyentar los chorretones de gotas que se habían acumulado en el cristal delantero y que se resistían a dejar de surcarlo y me conminó a ponerme el cinto. Ahora era obligatorio para el copiloto.
Por si hiciera falta aclararlo no me llevó a casa. Mandé desde mi móvil un mensaje a mis padres diciendo que tenía un cumpleaños. Una excusa tonta pero a medias creíble. Israel vivía en una buhardilla donde me invitó a compartir los espaguetis que habían sobrado del mediodía. Para mí supieron como si estuvieran recién hechos. Busqué infructuosamente en sus estanterías algún video, VHS o DVD pero solo encontré algunos libros, novelas, ensayos y algún tebeo.
Creo que leyó en mis ojos lo que iba a preguntarle, ¿como podía asesorar tan bien a todos aquellos clientes si no le gustaba el cine, si ni siquiera había a la vista un aparato de televisión?
Me besó suavemente en los labios y susurró mientras me acariciaba la rabadilla- A mí, como a ti, me basta con leer la carátula para saber quien es para quien

Saturday, September 16, 2006

ARTISTAS Y MODELOS...






Sobre POR AMOR AL ARTE de Neil La Butte.


El último filme de Neil La Butte (“En compañía de hombres”, “Amigos y vecinos”, “Persiguiendo a Betty”·, “Posesión”) retoma la línea iniciada por sus dos primeros trabajos, de contenido fuertemente teatral y basada sobre todo en los diálogos y una sólida caracterización de los principales personajes. Como su primer filme “Por amor al arte”, adaptación de una obra teatral del propio La Butte, constituye un cruel engranaje en el que las apariencias engañan y donde una persona ingenua resulta destrozada por un juego sentimental que se hace finalmente detestable al espectador, pero que sirve al dramaturgo y realizador para poner un espejo inmisericorde frente a algunos aspectos de la sociedad estadounidense basada en un vacuo individualismo y una feroz competitividad.
Pero, si “En compañía de hombres” mostraba a una protagonista femenina humillada por un grupo de ejecutivos machistas, en esta ocasión es un hombre tímido y manipulable quien sufre una terrible ordalía/engaño a manos de una maquiavélica estudiante de arte contemporáneo. La Butte carga de forma inmisericorde contra el mundo de los artistas modernos, sus ínfulas y sus vacuas pretensiones, al tiempo que construye otra de sus fábulas contemporáneas sobre la pareja, el sexo, la amistad, la rivalidad, la infidelidad y los celos. De nuevo el escenario es profundamente urbanita y los personajes disimulan una profunda soledad, incomunicación y miedo visceral a los otros y a sí mismos.
Comparada por algunos críticos con una “morality play” isabelina, por su mecánica y perversa arquitectura dramática, “Por amor al arte” es, sin embargo, como toda la escritura y el cine de este apasionante creador, una pieza profundamente estadounidense, que se desarrolla en un mundo académico pretencioso -de jóvenes universitarios siempre con un punto prepotente y resabidillo- y en un mundillo artístico e intelectual observado con una ironía que recuerda, en un tono bien diferente, a la mirada caústica de otro guionista de excepción : Woody Allen.
Si bien el mensaje es harto ambigüo y todos los personajes tienen su lado oscuro, es difícil que el espectador no sienta finalmente compasión por el atribulado Adam (excelente Paul Rudd) y antipatía hacia la maquiavélica Evelyn -algo gruesa caricatura de la artista contemporánea altanera y sin demasiados escrúpulos- aunque el comportamiento del cuarteto protagonista, siempre basado en la doblez y el fingimiento, haya distado mucho de ser ejemplar desde el comienzo de la cinta. Y es en la relación especular entre las dos parejas, que acaban mezclándose con resultados a la vez divertidos y siniestros , donde la Butte, excelente dramaturgo e interesante realizador, juega mejor sus cartas. La antipatía que se profesan Evelyn y el amigo del alma de Adam, el machista y ligón Phillip (Frederik Weller) va ser el desencadenante no sólo de una absurda y embarazosa pelea sino de una serie de encuentros y desencuentros entre los cuatro jugando a ser quienes no son.
Evelyn inicia un proceso de transformación a lo Pigmalión sobre su amante masculino, metamorfoseando – como si de una escultura se tratase- al retraído y poco seductor Adam en un hombre atractivo y dispuesto a arriesgarse, pero el espectador intuye que el director sólo nos muestra que Adam se descubre a sí mismo en algunas facetas mientras que reprime otras no menos interesantes en aras de un amor que acaba siendo puro artificio. El otro vértice de este amistoso cuadrilátero, que finalmente deviene en grotesco ring de boxeo verbal -y por momentos casi físico- es la más conservadora y cortés novia de Phillip, Jenny (Gretchen Mol) que sigue secretamente enamorada de Adam y cada vez menos de su prometido, con el que ha planeado una absurda ceremonia subacuática.
El filme, con guión del propio La Butte, no desmiente su origen escénico y se compone de diferentes cuadros con diálogos chispeantes y un montón de recursos teatrales, pero esta rodado con una sabiduría cinematográfica indiscutible porque sin airear la obra, sin introducir elementos cinematográficos prescindibles o secuencias accesorias, logra extraer el tono fílmico adecuado para cada secuencia, consiguiendo una interesante reflexión sobre el cine dentro del teatro y viceversa.

Wednesday, September 13, 2006

LA NARRATIVA BREVE DE TENNESSEE WILLIAMS





Hoy Tennessee Williams (nombre original: Thomas Lainer Williams) es recordado como uno de los dramaturgos estadounidenses más brillantes y destacados del siglo XX. Se le sitúa desde las enciclopedias y programas educativos más elementales junto a otro gigante de la escena norteamericana de los cuarenta, cincuenta y sesenta: Arthur Miller .No obstante, el único lazo de unión entre ambos, a mi entender, se encuentra en cómo su teatro coincidió con el surgimiento del Actor´s Studio aplicando el famoso “Método” Stanislavky de interpretación y en que algunas de sus obras más populares fueron llevadas con gran éxito a las salas de Broadway por el mismo director de escena: Elia Kazan. Yo diría paralelismo acaba ahí. Como manifestó el propio Kazan en sus voluminosas memorias, el serio y, en ocasiones, moralista Miller jamás hubiera una escrito una frase como la que el sureño pone en boca de su personaje Blanche DuBois “La crueldad deliberada es el único pecado imperdonable”. Ambos son profundamente estadounidenses, ambos retrataron el fracaso de los seres humanos en una sociedad que se pretende opulenta y que se mira en los triunfadores; ambos mostraron actitudes políticas progresistas, pero las brechas temáticas y estilísticas que los separan son en mi opinión mucho más hondas y se van haciendo más visibles a medida que pasa el tiempo y podemos releer no sólo sus textos teatrales -algunos de ellos convertidos en películas de gran éxito comercial y discutible resultado artístico- sino en el resto de literatura que produjeron y que, sobre todo,en el caso del sureño, ha pasado injustamente desapercibida.
La faceta de narrador de Williams ha sido eclipsada por la sensación que causó su escritura dramática y por la buena acogida que siguen teniendo las reposiciones de los mejores filmes basados en sus obras más populares como es el caso de “Un tranvía llamado deseo” que el propio Kazan llevó a la pantalla con notables resultados, a pesar de los molestos retoques impuestos por la censura católica.

Ediciones Alba en su interesante colección “Clásicos Modernos” -ahora también disponibles en edición de bolsillo- bajo el título "La noche de la iguana y otros relatos" ha reeditado algunos de los relatos cortos de Williams, pertenecientes a diferentes etapas de su trayectoria vital y creativa. Quienes se tomen la molestia de acercarse a éstos verán el germen de muchos de sus grandes dramas escénicos sino un nivel literario de una delicadeza y a la vez brutalidad no sólo comparable a las de sus piezas e incluso aún mayor. Nos sorprende la modernidad de un narrador que algunos se empeñan en seguir calificando de antiguo, por tener una visión de la sociedad, de los conflictos éticos y morales, de la sexualidad en general (y la homosexualidad en particular) que pueden parecer harto superados. Pero la relectura de algunos de sus mejores cuentos no sólo nos devuelve a la intemporal atmósfera del profundo y decadente Sur (ya convertido en tópico literario y cinematográfico) que también retrataron con éxito otros autores como Capote, Faulkner, O´Connor, Carson McCullers o Eudora Welty sino a una universalización del problema del sufrimiento humano llevado al extremo y de la búsqueda de la redención y autorrealización en medios hostiles, una cuestión que traspasa fronteras y coordenadas espacio-temporales. La narrativa breve de Williams tiene cualidades casi pictóricas, de un arrebatador y colorista lirismo, también presente en las extensas, minuciosas acotaciones de su teatro, que lo sitúan más cerca de nuestro Lorca que de cualquier otro dramaturgo anglosajón y que se mezcla con un gusto por retratar a seres anímicamente tullidos pero también llenos de una extraordinario vitalismo, de tal modo que su escritura sólo puede calificarse de poética.
Sorprende en la selección que se ha hecho para la traducción al castellano de algunos de sus relatos cortos la presencia de algunos, como el primerizo y aburrido “La venganza de Nicrotis”, y la ausencia de otros, como el delicado y chejoviano “El parecido entre la caja de un violín y un ataúd”, el tristísimo y evocador “Caramelo fundido” o el brutal y desconcertante “El masajista negro”.
No obstante esta reedición (algunos de ellos pudieron ya leerse en la edición mexicana de Losada) nos da la oportunidad de redescubrir la escritura mágica de textos como “Lo importante” sobre el amor imposible de dos adolescentes en un campus escolar típicamente estadounidense o “El ángel en la alcoba” - con claros aspectos autobiográficos - en los que un aspirante a escritor se encuentra con una serie de personajes a la vez tiernos y monstruosos sobre los que planea la sombra de la enfermedad, el sexo, la muerte y la resurrección a través de la memoria. Autobiográfico es también “Retrato de una joven en cristal” el esbozo de lo que luego sería su primer éxito en Broadway, “El zoo de cristal”, un frágil microcosmos de su propia familia marcada por la modestia, la ausencia del padre, los sueños y, sobre todo, por el recuerdo de su hermana Laura que sufriría graves problemas psiquiátricos y hasta sería objeto de una lobotomía que el autor incluyo en una de sus piezas más crudas “De repente, el último verano” convertida en famosa y taquillera película por Joseph L. Mankiewicz.
No obstante, en esta ocasión como en otras, sus piezas teatrales se vieron desvirtuadas por los condicionamientos del cine del momento que parecía saber lo que el público esperaba de una película basada en un drama de Williams:morbo, poesía, crueldad y unas dosis de sexualidad poco habituales para el cine del momento. Otra de sus obras más famosas, “La gata sobre el tejado de zinc caliente”, fue convertida en un atractivo pero descafeinado melodrama en techicolor por Richard Brooks más preocupado por lucir el talento interpretativo de Paul Newman y Elizabeth Taylor que por la fidelidad al texto, al que se le despojó de parte de su crudeza lingüística y de la referencia directa a la homosexualidad de su protagonista masculino.
Los personajes de Williams, sobre todo en sus primeros relatos, suelen ser seres débiles, abocados fracaso y la autodestrucción, pero a la vez con una extraordinaria energía interna que brota del uso que hace de modelos narrativos aparentemente clásicos para llevarlos al desbaratamiento del uso habitual de la lengua literaria a través de la introspección psicológica y el desmoronamiento espiritual.
Reciente ediciones Alba ha vuelto a apostar por los cuentos de Williams con la reedición de "Ocho mujeres poseidas", una recopilación, también algo variopinta, de relatos suyos en los que las protagonistas son mujeres de diferentes edades, generalmente muy próximas a sus retratos femeninos más famosos como la Alexandra del Lago de "Dulce pajaro juventud", la Blanche de "A streetcar..." o la Karen de su novela "La primavera romana...".
Williams parece, como literato, atrapado en su popio universo poético y desolador de seres solitarios y neuróticos, llenos de humanidad pero incapaces no sólo de salvarse a sí mismo sino, en muchas ocasiones, de no acabar aniquilando a los que les rodean.
Esta reseña no pretende ser un estudio de la obra de un escritor inmenso sino una invitación a acercarse a la que es, junto con la su aquí inédita producción poética, la parte menos conocida de su producción como escritor.

Monday, September 11, 2006

MAS CINE



NOSOTROS HACEMOS A LOS HOMBRES”

Sobre NAPOLA de Dennis Gansel





La salida del armario de Gunter Grass como miembro de las SS durante los años de su temprana juventud ha puesto de actualidad un filme-recién estrenado en DVD que a simple vista parece repetir una fórmula harto utilizada a lo largo de la historia del cine y con un nuevo revival en títulos recientes de diferente calado y calidad como “Europa, Europa” o “Sophie Scholl”. Napola o Las escuelas de élite nazis es el escenario donde transcurre casi todo el filme homónimo de Gansel, un decorado harto frecuentado por el cine alemán y ha dado lugar a pequeñas obras maestras de la cinematografía germana como “El joven Torless” de Volker Schlondorff-según el libro homónimo de Musil- que también adaptó para la gran pantalla “El tambor de hojalata” de Grass y que ahora se muestra públicamente decepcionado por la revelación del gigante de la literatura.
Estos espacios de disciplinamiento de mentes y cuerpos adolescentes para convertirlos en jóvenes maquinas de matar y no pensar son un territorio propicio no sólo para las historias de rebelión individualista o colectivo ante un sistema irracional y represivo donde los haya sino para historias complejas de amistad, enemistad, rivalidad e incluso amor entre jóvenes arios o no tan arios.“Napola” no inventa nada e incluso esta bañada por un maniqueísmo – y recurrencia en los estereotipos- más pronunicado que el de otros títulos de argumento similar pero es una película notable y perturbadora, de indiscutible talla fílmica y plena de momentos impresionantes.
La odisea del aguerrido Friedrich, de origen humilde, hábil boxeador, no deja de ser otra historia dickensiana de iniciación adolescente, cuando huye de casa y dando la espalda a la voluntad paterna ingresa voluntariamente en una de esas napolas con vistas a tener un gran éxito personal y profesional. Pronto descubrirá que aquello que se inculca y el modo en el que se le inculca- con continuas exhortaciones a la eliminación de la sentimientos como la empatía y la compasión- distan mucho de ser ejemplares y, aunque cegado por el adoctrinamiento y el voluntarismo juvenil de lograr su propósito de labrarse un futuro mejor, tomará conciencia de la realidad gracias a su contacto con otro muchacho, el sensible Albrecht -hijo de un alto funcionario del régimen y aficionado a la escritura- quién se enfrentará a su padre, con trágicos resultados.Efectivamente el filme se divide en buenos muy buenos y malos casi de opereta pero Gansel parece interesado en la ambigüedad de la que logra dotar a su personaje principal al que, en principio, el contacto con el militarismo, la fuerza bruta, la impiedad y el más ridículo heroísmo viril no hacen desistir en su firme empeño de seguir formando del temible engranaje, hasta su dramática conclusión.
“ Napola” está rodada con impecable elegancia, con suntuosos y a la vez sobrios movimientos de cámara, en tonos fríos e invernales –con una gran atención a los colores- y la narración, a pesar de la previsible presencia de discursos nazis y largas secuencias de entrenamiento deportivo y militar(ista) se sigue sin cansancio. El espectador empatiza con el joven y desconcertado protagonista, una sensación interpretación del joven actor Max Riemelt, y odia, con el director y la guionista, a los temibles secundarios, particularmente el villano entrenador y el padre de Albrecht, un malo cruel e irredento.
Los suicidios de dos jóvenes personajes de la cinta y la matanza nocturna en el bosque de unos muchachos rusos, casi niños, van a marcar de un modo brutal y decisivo el progresivo cambio de perspectiva de los dos protagonistas. La amistad entre Albrecht y Friedrich es a su modo también una historia de amor contenida por un entorno viril y homosocial donde ellos siquiera se plantean la posibilidad de la homosexualidad, pero que el espectador calibra progresivamente, particularmente por la rareza de Albrecht con respecto al resto de sus compañeros, entre los que se encuentra en una situación peculiar a la vez de privilegio y desventaja.
El realizador se recrea en muchos momentos en la corporalidad masculina, juvenil, aria y deportiva de los chicos y muchos de los castigos que se les inflingen están basados en la humillación a través de la desnudez de sus cuerpos más o menos atléticos, sin llegar nunca a las evidentes connotaciones homoeróticas y sadomasoquistas de “El joven Torless”-tanto en el libro original como en el filme realizado por Schlondorff. Un cineasta irregular que realizó varias obras importantes- una de ellas a partir del libro más celebre de Grass- pero que actualmente, sin dejar de carecer de interés, ha experimentado un claro declive.

Saturday, August 05, 2006

C.R.A.Z.Y (LOCA)




C.R.A.Z.Y (LOCA)


“Porque sueño yo no lo estoy” decía el niño protagonista de “Leolo” la hermosa, dura y aplaudida película del canadiense Jean-Claude Lauzon. “Porque rezo y sueño yo no lo soy” (gay) podría ser la frase que resumiera la igualmente atormentada personalidad del joven protagonista de “C.R.A.Z.Y.”, la agradable sorpresa de otro director de Canadá, Jean- Marc Vallé. Basada libremente en la infancia y adolescencia de François Boulay, coguionista del filme, se trata de una obra familiar, de sabor casero pero que a la vez plantea conflictos universales: la dificultad de aceptarse diferente, las relaciones entre hermanos y padres e hijos, la homofobia del entorno, la estrecha unión con su madre (Danielle Proulx) y la tensa relación con su ególatra padre, la huida a través de la ensoñación , el peso de una educación y entorno católicos, la autodestrucción y la autoredención… El original -en algunos momentos, los peores y más retóricos, cercano al videoclip musical- tratamiento visual y la insólita mezcla de comedia y melodrama logran ponerlo por encima de otras historias bastante similares sobre el “coming out” o salida del armario adolescente que nos ha ofrecido el cine reciente (“Fucking Amal”, “Get Real”…). La intensidad, la atención a los gestos cotidianos o a las salidas de tono y sus repercusiones en la psicología de los personajes están mucho más estudiadas y adquieren una mayor entidad fílmica en el original trabajo de Vallée. El filme, en algunos momentos está cerca de otra “rara avis” del cine canadiense “El jardín colgante” de Tom Fitzgerald, por su inventiva visual, sus toques surrealistas -que no temen el ridículo y lo evitan la mayor parte del tiempo- y la obsesión religiosa (católica) que caracteriza, sobre todo, a los personajes de las mujeres mayores, más abiertas y tolerantes hacia las conductas humanas, pero aferradas a creencias y cultos que rozan la superstición. El filme no puede clasificarse como cine gay al uso pues carece de secuencias de sexo explícito entre varones aunque el homoerotismo está presente en todo el filme, desde las obsesiones íntimas de Zach (Alex Gravel), el joven, contradictorio y hermoso protagonista de la cinta hasta sus fornidos hermanos, los sexys novios de su prima y sin olvidar el culto a Jesucristo en la cruz y a los cantantes de rock de aspecto andrógino de los setenta, como ese David Bowie adorado e imitado por nuestro antihéroe en la soledad de ese cuarto que debe compartir con alguno de sus peculiares hermanos. A parte de los padres de Zach cobra relevancia el personaje de su agresivo hermano mayor Raymond (Jean-Luc Brillant), destruido por la adicción a las drogas. Él y Zach se convierten en los temas tabúes de un entorno familiar, que a pesar de la crítica, es casi siempre retratado con cariño y sensibilidad. El filme desconcierta porque en algunos momentos parece un filme religioso, hasta católico, o cuando menos moralizante, a pesar de la paródica y mordaz visión de la práctica de la religión- que cristaliza en algunas delirantes secuencias durante la misa del gallo- que aparece en todo el filme. La ordalía personal de Zach, su empeño por ser heterosexual, es una especie de “vía crucis” en un entorno que no lo acepta y al que él en ocasiones abraza y en otras rechaza o trata de enfrentar, con catastróficos resultados. Esto incluye, como todavía sigue siendo habitual en algunos casos, las insoslayables visitas al cura y al psiquiatra y una sorprendente liberación personal en un onírico viaje a Jerusalén. El filme transcurre entre la década de los sesenta a los ochenta, bellamente retratadas y salpicadas con música de Pink Floyd, Rolling Stone, David Bowie y Charles Aznavour; este último cantado en todas las fiestas navideñas o conyugales por Gervais Beaulieu -una extraordinaria caracterización de Michel Côte, protagonista de otros trabajos de Vallée-, el, para mí, cargante padre de la numerosa familia, cuyo incombustible machismo amarga la juventud del protagonista. El filme se resuelve con un tibio y conciliador optimismo, no del todo creíble, y aunque nos hace reír también nos estremece por la honda dimensión psicológica con la que logra dotar a los personajes, extraordinariamente creíbles.
El don de Zach, su rareza, se convierte en su cilicio (como diría Capote) y el filme articula los momentos cómicos y trágicos con extraordinaria soltura, pasando de la amargura al optimismo en el interior de una misma secuencia.
Sin duda hoy “C.R.A.Z.Y” es, además de un filme necesario, una imperfecta pero hermosa película que viene de una cinematografía, la canadiense, que no suele aparecer demasiado en las carteleras del cine comercial.

Thursday, June 08, 2006

UN LIBRO QUE ME HA CONMOVIDO



LA LOCURA DE FOUCAULT

¿Quién eres signo de interrogación?
A menudo me hago preguntas.
Con tu atuendo de gala
pareces un juez.
Eres el más feliz de los signos de puntuación
pues al menos a tí te responden
Paul Michel (poema aparecido en el muro del manicomio de Clermont Ferrant)



La lectura de “Hallucinantig foucault” (Alianza Literaria) , el sorprendente e hipnótico libro de Patricia Duncker, difícil no devorarlo de un tirón, es una experiencia de la que es difícil salir indemne. Al principio parece que va a tratarse de una simple novela de investigación, con denso trasfondo filosófico, sobre un estudiante joven que, haciendo su tesis sobre un escritor francés contemporáneo se ha despistado en su propósito y, sobre todo, se encuentra confuso en su relación amorosa con una joven y arrogante estudiante germana. Creemos que va a descubrir algo más, algo misterioso y perturbador que le va a conducir al pensamiento del hombre que da título al libro: Michel Foucault. Pero Duncker pone enseguida las cartas sobre la mesa. Es la historia de la fascinación llevada al absoluto, del amour fou de un joven de sentimientos inciertos por un escritor maldito, apartado del mundo , recluido en un psiquiátrico francés , un joven escritor llamado Paul Michel, que compartió barricadas con el famoso filósofo pero que luchó en otra más barricada más peligrosa para la cordura y el mundo que la de la teoría y el ensayo sociopolítico , la de la práctica literaria, la de la creación como forma de traspasar y disolver fronteras entre lo aceptado y lo rechazado, lo homo y lo hetero, lo perverso y lo recto. Un libro sobre el peligro de leer y ser leído. La obra acaba siendo un dolorido canto de amor a la lectura, la escritura, una pasión que se convierte en locura y una locura que se convierte en una pasión que cura y causa heridas. El intento del atribulado protagonista por salvar a Paul Michel de su reclusión física y espiritual, de una de esas instituciones a las que Foucault denunció en algunas de sus obras capitales como “Historia de la locura en la época clásica”, se convierte también en un intento de comprenderse a sí mismo, de descubrir unos sentimientos y una sexualidad más sinceros, aunque también mas dolorosos y más raritos, que el amor, los sentimientos y la sexualidad a los que nos han acostumbrado. La distancia de edad, pensamiento y actitudes ante el mundo separan a los dos protagonistas absolutos de esta breve y certera aproximación a la otredad parece diluirse para, de pronto, reinstaurarse en una extraña aproximación a la experiencia “del afuera”, “de la exclusión” que Duncker sin duda ha visto en los tratados de Foucault sobre “ la vida de los hombres infames” y que de sus manos de literatura elegante y culta se convierten en tiernos y sólo a veces despiadados seres sin un rumbo fijo pero con una enorme personalidad y fuerza interior.

Wednesday, June 07, 2006

UN INTERESANTE ARTÍCULO DE GORKA GONZÁLEZ

Trágicas Bodas de Plata

por Gorka González


Aunque en esta página se hayan publicado una serie de artículos en esta Web acerca del vigésimo quinto aniversario de la pandemia del SIDA, he querido aportar mi visión. Además de que el hecho de publicar bastantes artículos pueda contrarrestar la poca información y repercusión que parece haber tenido esta fecha, por lo menos en este país. Mucho se ha dicho sobre los orígenes de este síndrome, sobre sus causas, su cura, sobre si aumenta o no, pero yo en estos momentos quiero hablar sobre los responsables de la pandemia. Y digo bien, responsables y en ningún momento culpables. ¿Por qué la diferencia? Porque culpable es aquel que ha cometido una falta ante la que ha de disculparse o ser castigado, pero responsable es aquel que además de ello tiene el deber de corregir su actuación para que la situación de la vuelta. Es decir, voy a hablar de los que, para mi opinión, son los auténticos responsables de una situación como es la actual, y a quienes se les puede pedir responsabilidades para que deje de ser así.

- Las industrias farmacéuticas: Su ansia de poder, su interés por lucrarse a base de traficar con patentes a costa de vidas humanas es, hoy en día, uno de los mayores actos genocidas que queda impune y que parece no va a tener un cambio rápido. La muerte de miles y miles de personas en el tercer mundo, debería caer en la conciencia de muchos de los responsables de estas industrias que no dudan en intercambiar estas vidas por engrosar su cuenta corriente.

- La iglesia católica: Esta institución ha puesto por delante de la vida de muchas personas su ideología, o mejor dicho, su inmovilismo ante normas escritas hace siglos e interpretadas y reinterpretadas siempre a favor de quienes tenían el poder. Siendo conscientes que su palabra aún influye en ciertos sectores de la población, no la usan para combatir la pandemia, sino para castigar a aquellos que ya la sufren con insultos y moralina más barata y a desarmar a aquellos que luchan por difundir el que hoy es el método más eficaz para frenar la pandemia: el preservativo. Y en esta cruzada que ellos solos han decidido emprender tienen como armas la desinformación, la mentira y la manipulación.

- La deuda externa: Entre otros de sus muchos efectos nocivos en la población de los países del sur, la deuda extrema ayuda a frenar la inversión de las ya debilitadas economías en la inversión que es necesaria, tanto como par6a poder pagar los elevados costes de las mencionadas farmacéuticas, como para poder ser autónomos y desarrollar ellos mismos un corpus científico que les permitiera desarrollar tanto vacunas, medicinas, como una seria inversión en publicidad, campañas y sensibilización.

- Los medios de comunicación:
Creo que es difícil que en una mente coherente entre la idea de que en este país, más de la mitad de la población (tirando a lo bajo) desconozca que este año se cumple 25 desde que apareció el SIDA, o mejor dicho, desde que se descubrió, y que ignores la mayor parte de la información sobre el tema, pero que todos sepamos que Rocío Jurado ha muerto o que la selección juega contra yo-que-se-quien. Ha llegado un momento en que las personas que deciden estar informadas sobre uno u otro tema han de recurrir a navegar por Internet, con la de escollos que se encuentra, porque la televisión es un dique seco en cuanto a noticias de calado social se refiere.

- Las personas de a pie: Porque no se puede responsabilizar sólo a los medios de comunicación y echarse a dormir. Estos son una empresa y dan al público lo que ellos quieren, a pesar de saber lo nocivo que pueda llegar a ser. Las personas de a pie a las que me refiero son aquellas que hacen suya aquella frase del Ché que dice que el conocimiento nos hace responsables, pero hacia el lado contrario, es decir, si no lo sé no puedo hacer nada. Cerrar los ojos y esperar que todos los males del mundo desaparezcan al abrirlos es una irresponsabilidad enorme. Es cierto que todos tenemos trabajos que nos dejan agotados, que el día a día nos trae quebraderos de cabeza bastante agobiantes como para no querer más, pero este tema ya es un quebradero de cabeza que debiera estar en la lista de todos.

- Las campañas institucionales: Las campañas de prevención del VIH por lo general comparten muchos aspectos con las campañas anti-droga y las de prevención de tráfico: las tres se revelan como inútiles. Su alejamiento con la realidad social, y su mero interés como elemento círquense en llamar la atención, y no en todos los casos, las presentan como fuegos fatuos, como una manera de quitarse la mala conciencia de no hacer nada, sin hacerlo, pero de una manera poco discreta para que la gente piense que sí se hace. Esto si hablamos en general y no mencionamos el escaso eco que las campañas institucionales tienen de los colectivos LGTB.

- La sociedad bienpensante: Todos aquellos que dieron la espalda a la prevención y a la difusión en los primeros meses, años (incluso ahora) por ser una enfermedad que se transmitía por relaciones sexuales consiguieron que aquella pandemia que se encontraba gestándose consiguiera el alimento para convertirse en el Leviatán que ha sido. Cuando asistimos a una sociedad en las que las enfermedades son investigadas y combatidas, no por su potencial virulencia o novedad, sino por ser más adecuadas para los círculos sociales nos llevan a situaciones límites. Este tipo de actitud no debería ser jamás perdonada ni olvidada.

- La homofobia: Aquellos bienpensantes, con las biblias bajo sus manos hablaban de castigo divino, mientras aquellas palabras les llenaban la boca al sentir que sus infames cruzadas habían encontrado un aliado para seguir atacando a ese grupo de pervertidos que hasta hacía poco estaban haciéndose fuertes, con la intención de volver a hundirlos en las catacumbas de los abismos sociales mientras ellos seguían dirigiendo la moral a la que todo sujeto debía adscribirse. Aquella frase de tiene lo que se merece ha calado en algunos sectores de la sociedad de tal manera que el binomio sida-gay es una función exacta en la cabeza de muchas personas

Pero ya que he empezado a hablar de los responsables de que la situación del VIH y del SIDA no quiero terminar este artículo sin nombrar a aquellos que han luchado para que la situación no esté peor; es decir a los responsables de que no perdamos la fe en la humanidad. Y con ello me refiero a los colectivos LGTB que han luchado y luchan por y para frenar la pandemia, a las asociaciones antisida que funcionan, que investigan, y que dan un apoyo que el estado de bienestar no cubre, a todos los voluntarios que conciencian sobre la importancia de la prevención tanto aquí como en el tercer mundo en condiciones insostenibles por más tiempo, a todos famosos y anónimos que, infectados, hacen de imagen digna para una enfermedad relegada por muchos a la marginación, y también a todos los que no miran a otro lado, a quienes no cierran los ojos y mediante una actitud positiva hacen que en su entorno se pueda luchar contra el SIDA y por supuesto a quienes reciben a una persona seropositiva como a cualquier otro ser humano, porque lo es.

Friday, May 26, 2006

V.O.



La actriz Antonia San Juan ha demostrado no sólo poseer un gran talento tragicómico y versatilidad para interpretarse a sí misma en diferentes registros sino también con sus dos cortometrajes (uno de ellos codirigido) he apreciado un talento fílmico más que aprovechable para el casi siempre convalenciente panorama del cine español actual. En su breve y contundente V.O. vemos un gran trabajo de guión y diálogos y también un impecable uso del primer plano y el cambio de punto de vista para lanzarnos una interesante moneda. ¿Cual sigue siendo el papel de las mujeres en nuestra sociedad?. En ella interpreta a una actriz que sentada a cenar con un recién conocido mantiene una conversación desproporcionada. Ella sabe mucho y es arrogante en sus comentarios, ninguneando al pequeño adversario dialéctico y posible pareja (¿buscada por Internet?) que tiene en frente, al otro lado de la mesa. La ironía, el guiño cómplice, la soltura narrativa (dentro del marcado estatismo de la sitaución) nos desconciertan pero al final Antonia y su equipo nos pregutan (¿hubieramos valorado igual al personaje si se invirtiera la situación y fuera el varón el que volacara sin miramientos su viril erudición y cierto snobismo y la mujer la receptora ninguneada?). Un corto que tengo que conseguir, pues tiene mucha miga, y que, los que podáis, no debéis dejar de ver con atención.

Friday, May 12, 2006

ARTICULO SOBRE LITERATURA

PATRICIA Y LOS MONSTRUOS






La editorial Anagrama, en su colección de literatura extranjera "Panorama de Narrativas", se ha dispuesto a reeditar las obras casi completas de Patricia Highsmith, escritora sumamente conocida pero a la vez absolutamente infravalorada en el panorama de las letras internacionales. Las razones de este olvido son numerosas y no siempre fáciles de explicar. Highsmith es una autora incómoda e innovadora y en algunos aspectos aún no superada. Alternando las propuestas atrevidas con las concesiones al mercado la escritora estadounidense sorprende por la modernidad de su prosa, por lo que no es extraño de que esté siendo objeto de un relativo revival que se refleja en algunos, todavía pocos y tímidos, estudios sobre el conjunto de su obra y en nuevas adaptaciones cinematográficas de sus libros con títulos interesantes y desiguales como "El talento de Mr. Ripley" de Anthonny Minghella o "El juego de Ripley" de Lilliana Cavani.
Highsmith representa una ruptura interesante en la novela negra y policiaca del siglo XX. Las pocas mujeres que habían escrito novela de intriga lo había hecho desde lo que se considero, un tanto despectivamente, como "literatura femenina". Autoras como Agatha Christie se habían introducido en el género desde una posición pulcra, esterotipada, sin duda efectiva y con un amplísimo público pero tamizada por la discrección autorial, la flema británica y una larga serie de condicionantes. El mundo aséptico de ancianitas investigadores, té con pastas e inspectores sarcásticos no suponía ninguna amenaza real para los varones que dominaban el género. Higshmith supuso una relativa revolución por incorporarse al lado más aspero y oscuro de la novela de intriga, en su vertiente negra, hasta entonces sólo poblada por autores masculinos, duros y virilizantes como James M. Cain, Jim Thompson o Raydmond Chandler.
Highsmith no ha sido una autora homogénea. Saltó al éxito internacional gracias a la brillante adaptación cinematográfica que hizo Alfred Hitchcock de una de sus primeras novelas: "Extraños en un tren". Hasta entonces había sido una autora, sobre todo, de relatos breves que ahora aparecen por primera vez en castellano en recopilaciones bajo el tíutlo de "Pájaros a punto de volar" o "Una aficción peligrosa". Sus cuentos, no siempre igual de logrados, desde su status de esbozos, representan ya un claro interés por la exploración de las debilidades humanas, con una peculiar versatilidad para describir tanto universos femeninos desgarrados como mundos masculinos peculiares y nada convencionales.
"Extraños en un tren " supone una aproximación a un mundo de psicología turbia dónde dos hombres opuestos pero a la vez complementarios se enfrentan en un siniestro duelo donde sale a relucir lo más bajo de sus caracteres. Guy, el tenista playboy vive en un universo burgués de falsa seguridad , típicamente estadounidense, marcado por la hipocresía y el arribismo, el tipo de mundo mediocre y pretencioso que en otras novelas posteriores la autora ha diseccionado con impalcable acidez y hondura. Guy y su alter ego Bruno, el psicópata, como Jequill y Hyde, son las dos caras de una misma moneda. Ya en esta novela la autora plantea la homosexualidad como un factor clave en el universo autodestructivo y desetsabilizador en las relaciones homosociales entre varones, en una socieda y una época en la que la diferencia erótica debía ser oculttada. El armario hoomssexual y laas relaciones especulares entre varones, el deseo que se sublima en la amistad o en el odio y la rivalidad aparecerán de un modo casi efervescente en una de sus obras de mayor éxito "El talento de Mr. Ripley". Esta novela conoció una adaptación tan eficaz como descafeinada por parte del realizador francés Rene Clement en uno de sus últimos y mejores trabajos tras la cámara. Protagonizada por un sexy Alain Delon "A pleno sol" afinanzó la fama de Higsmith. Este mismo libro ha conocido una reciente nueva adaptación para la gran pantalla por parte del director de orignen australiano Anthonny Minguella que ha puesto en primer término las connotaciones homoeróticas de la novela. La paranoia, los cleos, la ambigüedad moral y la soledad del personaje apaarecen reforzasdas en el académico, discutible pero elegante, refinado y sugerente filme de Minguella.
La autora ha alternado la novela policiaca con otro tipo narrativa que se aprocima más a un universo femenino y doméstico, menos violento en aparienica, pero igualemnte desestabilizador. Es el universo típicamente norteamericano de "El diario de Edith" su novela más respetada por la crítica. En este libro , posiblemente su obra maestra, nos muestra el infierno personal de un ama de casa de clase media que ve derrumbarse su matrimonio y mantiene una relación amor-odio con su hijo Clifie, otra criatura masculina a la vez conmovedora y monstruosa, tierna y despiadada. "El diario de Edith", además de una reflexión sobre la escritura y el autoengaño es una crítica feroz del "american way of life" y una de las mejores novelas sobre el efecto del macarthysmo y el aburguesamiento de la vida yankee en los años cincuenta.
Antes, justo después de "Strangers on a train", en un momento de crisis personal y creativa la autora publicó con seudónimo "Carol", una obra menor pero una novela valiosa por sere uno de los primeros libros en lengua inglesa que mostraba una historia de amor entre mujeres con fianl feliz. El mundo burgués de "Carol" está hecho de pequeños gestos, sutiles mentiras y hondos desgarros interiores. Este microcosmos a la vez acomodaticio y crispado reaparecerá en dos títulos interesantes y a revisar como "Gente que llama a la puerta" y "El hechizo de Elsie", donde la agilidad y la versatilidad narrativas se mezclan con pequeños guiños de crítica social y thriller psicológico.
La autora ha vuelto más a menudo al género que más fama y dinero le ha dado, aunque la crítica casi nunca ha sido generosa con ella. Es el mundo negro, negrísimo de su saga de Ripley o de las historias sórdidas y desoladoras que nos cuenta en "La celda de cristal" y "Ese dulce mal". Todas ellas visiones irónicass del lado oscuro de la naturaleza humana y de la sociedad estadounidense. El estilo de Highmsith no ha sido siermpre bien comprendido siendo considerada una "rara avis", una autora de aspecto solitario, misántropo, lésbico, de "masculina pluma" y con más amor por los gatos y el crimen que por sus congéneres. Sería una versión anglosajona, adulta y cruel de otra marginada de la literatura española, Gloria Fuertes.
Por último no está de más citar su demaidao conciso pero interesante ensayo "Suspense" que más que el prometido recetario de consejos para escribir una novela policiaca es un breve repaso a su carrera y sus métodos de trabajo. En este opúsculo (editado también por la editorial Anagrama) la autora muestra cómo tras su hermetismo hay interés altruista por la escritura y los escriotres, por el mundo de la cultura y por lo que supone la labor creativa en un panorama literario donde no ha representado, hasta ahora, todo lo que ha debido representar.
(Una versión de este artículo apareció en el número 24 de la Revista burgalesa "Plaza de San Juan")

Monday, May 08, 2006

NUEVO TEXTO BREVE












LAS RAZONES DE FLAVI


Quienes padecen anorexia- pérdida de apetito, ayuno- son sobre todo adolescentes. Las víctimas de la agorafobia- temor a lugares abiertos o públicos- suelen ser mujeres, con mayor frecuencia amas de casa de mediana edad, al igual que las víctimas de la incapacitante artritis reumatoide.
Dichas enfermedades son causadas por la socialización patriarcal de diversos modos. Obviamente, por supuesto, es probable que cualquier chica, pero sobre todo las vivaces e imaginativas, experimente su educación en la docilidad, sometimiento y abnegación como algo en cierto sentido enfermizo. Ser entrenada en la renuncia es casi por necesidad ser entrenada para una mala salud, ya que el primer y más fuerte impulso del ser humano es su propia supervivencia, placer, afirmación”

(Sandra Gilbert y Susan Gubar “La loca en el desván. La escritora y la imaginación literaria del siglo XIX. Ed. Cátedra. Feminismos”)






Flavio tiene dicienueve años y se mira al espejo dieciocho veces al día. A las doce de la noche vuelve a mirarse una vez más para ver los cambios que la tarde, las salidas, el estudio, el sexo o las fiestas han efectuado en su rostro, en sus hermosos ojos, en sus pronunciadas ojeras. Cambios que él califica a la vez de fascinantes y estremecedores. Flavio ha puesto en su a la vez tímido e insolente blogg sesenta cosas sobre sí mismo acompañadas de la advertencia de que no son del interés de nadie. A mi me interesaron todas pero sólo reproduciré aquí algunas.

. Me encanta mirar a los ojos a los profesores para incomodarles
. Amo a Virginia Woolf
. He intentado suicidarme un montón de veces
. Odio la lasaña vegetal
: Soy un manipulador nato
. Una falta de ortografía puede hacer que me desencante de alguien (a no ser que ese alguien sea muy especial)
. Prefería morirme antes de tener un hijo
.Me masturbo una vez cada quince días
. Tengo ganas de morirme cuando salgo del psiquiatra
. No creo en la Virgen María
. Creo que Jesús está un poco Over Rated
. Mi primer amor fue Arnaud, mi profesor de literatura del instituto
. Me gusta que me aten, soy medio sado-masoquista
. Fui virgen hasta los dieciocho


El espejo de Flavio es un espejo terrible e inmisericorde. Es como el de la madrastra de Blancanieves; siempre le dice la verdad del modo más cruel posible. Y a medianoche es como Cenicienta temiendo que sus encantos se conviertan en harapos, los carruajes con los que sueña en calabazas y los príncipes en viscosos y oscuros anfibios, sus zapatillas de deporte en zapatitos de cristal rompible. Ese otro espejo tampoco le perdona. Y Flavio come muy poco para estar más delgado y menos sólo. O no como nada o me doy atracones, comenta. Aunque lo primero ha sucedido con más frecuencia que lo segundo. Ha pasado de 70 Kg. a 53 en sólo unos meses. Ha tardado mucho tiempo en darse cuenta de que estaba realmente enfermo y no está seguro de que en su entorno se hayan dado cuenta del todo. Aunque su familia le pague un psiquiatra de San José, la ciudad de Costa Rica en la que vive. Ese psiquiatra del que siempre sale con renovadas ideas de muerte.

Flavio escribe muy bien, ya tiene alguna publicación, y a pesar de su delgadez pronunciada es un chico hermoso, con una mirada intensa, no me extraña que haga bajar los ojos a los profesores. Es estudioso y perfeccionista, nunca está contento del todo. Adora a algunas de sus maestras de literatura, le gusta su profesor de gimnasia, aunque no la clase, y, en general, está decepcionado con la Universidad pues pensaba sería completamente diferente al instituto.
Flavio me ha escrito: no soy nada tímido. Tiene amigos y amigas e incluso algunos devotos de las atormentadas confesiones que leo en su blogg “Confesiones de un bibliotecario”, en el nuevo y en el que se quedo paralizado por esos misterios del ciberespacio y las tecnologías. Los dos se llaman igual. Flavio adora lo mismo Harry Potter que “El segundo sexo”, la prosa densa y modernista de la Woolf que la música a la última moda. Y por su desarmante sinceridad podría pensarse que efectivamente, la inhibición no está entre las características de su personalidad. Pero también me comenta que la principal razón de dejar de comer fue la soledad. La inmensa soledad y el vacío que siente, a pesar de sus amistades, y de sus ocasionales ligues con otros chicos, por lo general menos exitosos de lo que a el le gustaría. A estas alturas ya estaréis, como yo estuve a punto de hacer, clasificando, definiendo, diagnosticando poniendo etiquetando, incluso descalificando a Flavio.
Es inmaduro estaréis pensando, es el típico adolescente, vive en una localidad casi tercermundística que mira a los modelos culturales, socioeconómicos y corporales del Imperio, es el típico chico listo y aplicado que no se quiere a sí mismo y no se relaciona del todo bien con los demás, es demasiado exigente consigo mismo y con los que les rodean, es narcisillo y auto lesivo, es gay y todavía no lo acepta bien, es anoréxico, tiene problemas de autoestima, autoconcepto y trastornos alimentarios, como el los llama.
Flavio no parece hacer mucho caso de esas etiquetas que le hemos puesto o que el mismo se pone ocasionalmente y desde su desván Web lanza una mirada desafiante al mundo, llena de dolor pero sobre todo de un inmenso e inclasificable amor. Un amor que no puede tener código de barras, ni barrotes, como su cuerpo delgado, desafiando cánones.

Flavio casi sólo recibe comentarios de chicas que le llaman cariñosamente Flavi. Flavio ha dejado claro en su blogg que es gay, que lo pasó fatal en su pubertad y que siempre le ha gustado lo masculino. Cuenta como rezó a Dios para cambiar, como cambiaba de canal cada vez que salía un torso masculino en los anuncios y como lloraba días y noches enteros. Pero ya está tranquilo y aunque fue virgen hasta los dieciocho ha tenido varias historias y muchos rollitos. Flavio es un chico deseado y deseante. Confiesa que le gusta el sexo y detesta a la gente que todavía tiene tabúes a la hora de hablar de ello. Esos tabúes de los que tanto le ha constado desprenderse, y que aún se agarran a una piel delicada. Si no estamos al tanto la gente como Flavio seguirá en peligro. De hecho ya no puedo ver su blogg. Ha sido engullido. Tengo miedo. Como decía Tennessee Williams: Si no estamos al tanto los gorilas tomarán el mando.

Thursday, May 04, 2006

ARTICULO NUEVO DE JAVIER SÁEZ



OSOS DESPLUMADOS

Por Javier Sáez


La comunidad bear, que surgió como reacción contra un modelo de cultura gay estandarizado que excluía otros cuerpos y otras formas de deseo, corre el riesgo de convertirse a su vez en una cultura excluyente. Y lo que es peor, aliándose con el régimen que produce la mayoría de los procesos de marginación y odio homofóbico: el régimen heterosexual.
Escuchamos cada vez más en boca de muchos osos expresiones como “la pluma no tiene cabida en nuestra cultura”, “somos gente normal, no como esas locas afeminadas”, “lo nuestro es la masculinidad natural”, etc... Sólo les falta decir que los osos en realidad somos heterosexuales que por accidente follamos con hombres. ¿Ahora resulta que la cultura de los osos es el retorno del hombre de verdad, el de la copa de soberano y la faria, que lee el Marca mientras se rasca los huevos antes de golpear a su mujer? La plumofobia que se respira entre algunos osos (no todos, por suerte) supone una alianza repugnante con lo peor del machismo y la misoginia (“en nuestros bares no entran chochos ni locas”) que caracteriza la cultura dominante, es decir, hetero, y en el fondo no es sino otra forma de homofobia.

Además, esa posición de “somos normales” olvida que el mundo hetero va a seguir aplicando su régimen, va a seguir considerándonos unos degenerados, una cosa rara, o como mucho algo exótico, para dar un toque pintoresco en los programas de la tele. Querer ser normal, o incluso querer ser un hombre, con todo lo que eso implica, me parece una aspiración de lo más triste. Aunque parezca que los heteros te “aceptan” en su mundo cuando te felicitan encantados “porque no se te nota nada” (o sea, “porque no pareces un maricón de mierda, a los que no soporto”), parece que algunos olvidan que el oso en realidad es una monstruosidad ontológica, y en ello reside su gracia y su potencia subversiva. Somos monstruos porque un hombre de verdad, como dios manda, natural, normal... es hetero, folla con tías. Y el oso, mal que le pese a alguno, es maricón de arriba abajo. Y ahí vienen los problemas para el cerebro binario hetero: “pero ¿cómo es esto?, un tío fuertote, peludo, barbudo, de 120 kilos, mas basto que un arado... ¿folla con otros tíos?” ERROR. FILE NOT FOUND. WINDOWS DETECTÓ UN FALLO EN EL SISTEMA. PLEASE, RESET. Los heterocircuitos del chip homófobo empiezan a echar chispas, humo, y revientan. Y esa es precisamente nuestra ventaja y nuestra conquista, nos gustan los rasgos masculinos y viriles, pero sabemos que eso es tan artificioso como cualquier otra identidad, y lo ponemos en cuestión precisamente con algo tan contradictorio como soltar pluma, algo que, por cierto, hacen muchísimos osos. Rompemos el estereotipo de lo que significa ser hombre, y eso es tremendamente subversivo: “sí, somos como tú de viriles, pero resulta que somos maricas, nos gustan los hombres y además podemos chillar como la que más o hablar en femenino si nos da la gana”. Se trata de aprovechar la potencia performativa de nuestra posición paradójica para desmantelar el dispositivo binario de sexo y género que regula nuestras vidas y produce los odios y las persecuciones. En efecto, muchos osos tenemos pluma, o nos encanta que la tengan otros osos, o nos podemos travestir si nos apetece, o podemos bailar con más contoneos que Shakira, porque no hay ninguna masculinidad esencial que reivindicar o proteger, eso es una ficción hetero. La masculinidad y la feminidad son posiciones vacías, que no se corresponden con los hombres y las mujeres. Por eso mismo hay también masculinidades sin hombres, como demuestran muchas subculturas lesbianas (drag-kings, butchs, camioneras, las garçonnes francesas de los años 20, las lesbianas leather, etc.). Judith Halberstam ha estudiado todas estas subculturas en su fascinante libro “Female masculinity”, libro muy recomendable para los que todavía piensan que lo masculino es “cosa de hombres”.

Esta paradoja está vinculada a otro de los tópicos de la cultura osuna: somos naturales. Vamos, que los osos acabamos de bajar andando de los Picos de Europa. Pero resulta que en vez de miel tomamos cerveza, éxtasis, popper, ghb, coca o ketamina, y en vez de ir desnudos, vestimos camisas a cuadros, vaqueros, cinturones, botas, gorras, tirantes, nos recortamos cuidadosamente la barba y la perilla, nos afeitamos la cabeza, nos tatuamos... Curiosa naturaleza. Somos una subcultura que juega y disfruta con los rasgos de la masculinidad, pero de ahí a creerse que ésta existe como algo “natural” hay un peligroso paso. En realidad esta palabra encierra otra trampa: la palabra “natural” significa heterosexual. Para el código hetero, los hombres “de verdad” no se cuidan, no se ponen camisas de licra, no se pintan, no llevan tacones, no chillan, no lloran... es decir, son “naturales” (pero ojo, tampoco follan con tíos, eso es “antinatural”). El problema es que la artificiosidad con que se construye el hombre “de verdad” no se ve, es una omisión. Es silenciosa, muda. Supone controlar sus gestos (¡esas manos!), sus voz (no grites!), sus ojos (no mirarás el paquete ajeno), su cuerpo (¡esas caderas!; los hombres deben bailar con la movilidad del robot R2D2, como mucho).

Lo importante del código “natural” es obedecer a esa ley según la cual los hombres no hacen cosas raras con su cuerpo ni con su vestimenta. Ese “no hacer” es lo masculino, y en realidad se basa en “controlar”. Pero ese mismo el dispositivo es tan artificial como la pluma. Lo que uno aprende desde pequeño - todos los niños varones-, es a reprimir y controlar cualquier gesto, voz y deseo que pueda revelar “afeminamiento”. Y si uno es marica, aprende mucho más rápido a reprimir esos signos externos, hasta el punto de que a veces me pregunto si la masculinidad excesiva de que hacemos gala los osos (esa voz grave, esos gestos torpes, rudos y bruscos, esos abrazos golpeándonos las espaldas con fuerza, esa exhibición del vello corporal) no son sino una consecuencia de ese aprendizaje “quenosemenotequesoymarica” generado por el terror infantil a ser descubierto. Ya se sabe, lo peor en un colegio es ser el niño mariquita. Para disimular algunos aprendimos demasiado bien el código y nos hemos pasado. Y por eso hablamos aquí de traición: los niños proto-osunos sobrevivimos en la escuela y en el instituto con nuestros gestos machirulos y nuestra barba precoz. “Pasamos” por hombres de verdad, algunos incluso jugábamos al fútbol. Los niños menos obedientes, o peor adiestrados, de pluma incontrolable, perecieron en el intento de ser normales (o ni siquiera lo intentaron, en un gesto que les honra), se convirtieron en niños mariquitas, y sufrieron el escarnio, la humillación, el insulto y la violencia. La misma violencia que está detrás de frases como “entre los osos no tiene cabida la pluma”.

¿Los osos plumófobos están orgullosos de colaborar con ese exterminio? ¿Cuál será el siguiente paso hacia la normalidad, quedar con neonazis para ir juntos a apalear maricas a los parques? Los osos estamos ahora en esta encrucijada política: podemos reivindicar la diversidad, disfrutar de la pluma y cuestionar la homogeneidad que supone “lo normal”, o podemos aliarnos con el enemigo en su cruzada heterrorista en defensa de la masculinidad “natural”.


Javier Sáez (Burgos, 1965) es sociólogo y traductor. Es autor del libro TEORIA QUEER Y PSICOANÁLISIS, y coautor de los libros EL EJE DEL MAL ES HETEROSEXUAL y TEORIA QUEER: POLITICAS BOLLERAS, MARICAS, MESTIZAS, TRANS. Ha prologado y traducido con Beatriz Preciado el libro de Judith Butler LENGUAJE, PODER E IDENTIDAD, y con Paco Vidarte EL PENSAMIENTO HETEROSEXUAL de Monique Wittig. Es el responsable de la revista electrónica queer www.hartza.com. Es el coordinador, con el fotógrafo Antino, de la campaña “OSOS CONTRA EL SIDA: PELOS SÍ, A PELO NO” (www.antinoo.com). Actualmente trabaja en el Fondo Social Europeo.

Monday, May 01, 2006

MI ULTIMO ARTICULO SOBRE CINE QUEER




CIUDADANOS QUEER, PARODIA, HOMENAJE Y APROPIACIÓN FÍLMICA

“Velvet Goldmine” de Todd Haynes y “Ciudadano Kane” de Orson Welles.





“Velvet Goldmine”, el tercer largometraje del realizador Todd Haynes, sigue una estructura narrativa e incluso una serie de situaciones y personajes que, en cierto sentido homenajean, copian o parodian al clásico por excelencia del cine estadounidense “Ciudadano Kane” de Orson Welles. Haynes saltó a la fama como realizador del controvertido filme de episodios “Poison”, otro homenaje, esta vez al universo poético y homoerótico de Genet gracias al que se convirtió en uno de los abanderados del “new queer cinema”. Cambió, al menos en apariencia, de registro para introducirse en un mundo femenino atormentado y en un registro ciencia-ficción antiutópica con “Safe”, un infravalorado título de honda dureza, hermética realización y una espléndida interpretación de Julianne Moore (a la que retomaría con resultados aún más espectaculares en “Lejos del cielo”, su último trabajo estrenado y su gran salto al cine “mainstreain” con nominaciones a los Oscars incluidas).
Con “Velvet Goldime” Haynes parece dar un paso hacia el cine comercial con un retrato coral y visualmente hipnótico de algunos personajes, inspirados en la realidad, del rock-glam de los años setenta. Aunque como el mismo y los intérpretes declaran se trata ante todo de un filme sobre el derecho a la diferencia y la inestabilidad de nuestras identidades, algo que ha caracterizado siempre al cine de este inquieto y personal realizador. Estamos ante un falso documental y un filme de investigación, el retrato visualmente deslumbrante de un estilo de música, de una generación y de una serie de rutilantes figuras del mundo del espectáculo, al que se homenajea pero también satiriza y, a ratos, critica. El filme ha sido acusado de puramente esteticista y ornamental pero Haynes es seguramente uno de los menos esteticistas y ornamentales de los realizadores que saltaron a cierta fama cinéfila a partir de la eclosión del llamado new queer cinema. A diferencia del “Swoon” de Tom Kalim o el “Go Fish” de Rose Troche, los filmes de Haynes, como los de Greyson y Araki, ponen por delante el compromiso y la reivindicación a la belleza estética o la búsqueda plástica incluso cuando, como en este caso, se trate del retrato de un momento sobre la estética de la música, la juventud y el cambio de estilo, el giro hacia lo camp y lo sexualmente ambiguo de una generación. Una generación que, al menos en apariencia, o así se quiso ver desde los sectores más conservadores, basó su revolución en una cuestión de moda superficial, una tendencia que rompía con los collares y los estampados de la era hippy para sustituirlos por las plataformas, la purpurina y el rimel. Pero su propuesta fue también, aunque sólo en cierta medida, la de una “revolución sexual” que había tenido su origen más político en las revueltas del Stonewall neoyorkino de 1969. Una revolución sexual que, a pesar de sus avances formales y bajo la incisiva mirada de Haynes, en seguida muestra los endebles cimientos sobre los que se sustenta y lleva en sí mismo, al menos en algunas de sus figuras más mitificadazas, el germen de su autodestrucción.
Al principio del filme, después de su prólogo crítico-hagiográfico (un gran personaje con misterio y miserias que le llevarían a desaparecer de la escena pública) que evoca ya al filme de Welles y el pequeño falso documental con el que este también se inicia, incluye una serie de entrevistas a jóvenes donde critican “esa moda bisexual” según la cual, en palabras de Ewan McGregor:“está de moda ser gay, parecer gay pero para ello hay que hacer el amor al estilo gay y la mayoría de estos chicos no podrían. Decir que todo el mundo es bisexual queda muy bien pero no tiene ningún sentido”). Al final de la proyección privada como en "Kane" la película se quema y comienza la andadura del encargado en desentrañar un enigma.

Al periodista (Christian Bale) ya acomodado, un antiguo seguidor de la moda y el rock glam que le ayudó a descubrirse a sí mismo, se le encarga la misión de investigar al personaje estelar de Brian Slade, un ser supuestamente fascinante que encarna un irreconocible Jonathan Rhys Meyer (Match Point). El joven periodista , de aspecto algo desencantado, tras una adolescencia difícil marcada por la homofobia familiar, las dudas sobre su identidad y su aficción a la música y el estilo del glam-rock, emprende sin muchas ganas su andadura indagadora pero pronto se resucita en él cierta nostalgia por aquél mundo y aquellos días rutilantes al que perteneció. Los personajes que busca y entrevista nuestro investigador son una clarísima evocación de los que aparecen en “Ciudadano Kane”. Visita al amigo-manager, en silla de ruedas, y la esposa despechada, hosca y amargada, sentada sola en la mesa de un bar. Estos dos personajes, incluidos en atmósferas similares a los del filme de Welles, sirven a Haynes para articular largos y complicados flash-back en los que el cambio de punto de vista en esencial. El "Rosebud", palabra enigma del filme de Welles, se ve sustituido por ese broche verde que lleva el niño del comienzo y que evoca el clavel verde que portaban con orgullo los dandys del diecinueve en un filme donde la sombra de Oscar Wilde está siempre presente. Frente al misterio de Slade, su aspecto andrógino, su sensual música y su personalidad esquiva encontramos la carnalidad y actitud provocadora de Kurt Weill al que da vida un Ewan McGregor todavía en estado de gracia (márcandose de entrada un baile desafiante con desnudo incluido) Junto a ellos como Mandy, la mujer de Slade aparece una simpática e intensa Toni Collette que se ve finalmente desplazada por estos dos grandes tigres de papel masculinos del mundo de la música de los setenta que se enamoran pero no pasa mucho tiempo sin que sus poderosos y atormentados egos choquen. Haynes como en "Far from heaven" hace una crítica del papel marginal que se otorga a las mujeres en las relaciones homosociales y homoeróticas entre varones y cómo su intento de comprender y aceptar no se ve recompensado.

El homenaje cinéfilo que muchas veces deviene en parodia ha sido esencial para los realizadores de cine queer y gay independiente y un aspecto no lo suficientemente comentado por los estudiosos. La parodia de “Sunset Boulevard” (particularmente de su célebre arranque con el cadáver parlante en la piscina) de Bruce LaBruce en “Hustler White”, la que hace brevemente Gregg Araki en "Maldita generación" de la secuencia de voyeurismo de Norman Bates en “Psicosis” (el ojo en primer plano, la abertura en la pared y la ducha) muestran la memoria cinéfila y la apropiación camp. Y en términos apropiativos destaca sobre todo la revisión, en ciertos aspectos respetuosa pero también perversa que hace el propio Haynes del melodrama sirkiano (“Solo el cielo lo sabe”) en “Lejos del cielo”. Estos parciales "homenajes" no deben ser pasados por alto a la hora de estudiar el posicionamiento de estos cineastas respecto a un legado cultural visual que pesa, que les ha marcado como espectadores y cineastas, pero que son capaces de cuestionar.

Saturday, April 29, 2006

MYSTERIOUS SKIN




¿OSCURA INOCENCIA?

“Mysterious Skin”, el filme de Gregg Araki y la homosexualidad infantil y adolescente.




Acaba, por fin, de salir en castellano el DVD de “Mysterious skin” (titulada aquí “Oscura inocencia”). El último y para mí el mejor trabajo del realizador independiente estadounidense Gregg Araki (uno de los abanderados del new queer cinema) no llegó finalmente a ser estrenado comercialmente en las salas españolas a pesar de sus premios en el Festival de Gijón y en varios festivales de cine gay-lésbico de todo el mundo. La película es una dura pero también poética y fascinante reflexión sobre la infancia y la herida. Las heridas que dejan en dos chavales los abusos sexuales que sufren de pequeños por parte de un entrenador deportivo. Pero además de este tema, tratado con sinceridad y sin sensacionalismos, aborda otra cuestión aún mucho más tabú. La homosexualidad infantil y adolescente. Para la psicología oficial, tradicional o no, la elección o la orientación sexual “definitivas” se adquieren en la adolescencia o incluso después pero somos muchos los que hemos sentido siempre nuestro deseo o la elección de nuestro deseo como algo que se ha manifestado mucho antes, incluso antes de lo que podemos recordar. Y sin necesidad de que nos lo definan o “diagnostiquen”. Si esto es o no oscuro o es más o menos inocente entra en categorías de juicio que no vienen al caso. La invisibilización de la homosexualidad infantil y adolescente tiene negativas consecuencias y lleva a, entre otras muchas cosas, a que no se contemple la homofobia y la violencia sexista cuando se habla (y se hace cada vez más) del famoso “bullyng” o “acoso escolar” en las aulas. Lleva también a un mayor índice de suicidios entre los adolescentes gays o lesbianas que entre los heterosexuales o a una temprana psiquiatrización de algunos de ellos y ellas. En el filme de Araki vemos que, a sus ocho años, el chaval también siente el deseo por el cuerpo del entrenador, se siente querido por él, aunque efectivamente se pone en evidencia la irresponsabilidad de éste por su forma de manipularlo y se nos muestra los catastróficos resultados emocionales del abuso. Pero como todos los filmes de Araki va más allá de lo que aparentemente plantea. Además de reconstruir ese mundo a la vez triste y ligeramente cómico, poético (con toques mágicos) y desgarrado (no exento de crudeza) de la prosa de Scott Heim (“El corazón más oscuro de la tierra”) nos muestra la dificultad de dos adolescentes, nacidos en los EEUU profundos, de desarrollar sus sentimientos y curar sus heridas en un entorno degradado, homofóbico, hipócrita y violento, donde carecen de referentes y modelos, donde la soledad se une al peso de un pasado que les ha marcado. Uno se entrega, desde la amnesia provocada por el trauma a la fantasía, las pesadillas y la autoreclusión emocional (algo muy característico de la narrativa de Heim) y el otro a la prostitución y a una vida acelerada y algo autodestructiva. Crecen en familias desestructuradas o marcadas por la opacidad y la ignorancia hacia lo que les ha pasado y su posibilidad de encuentro con iguales es muy limitada. Aunque cuando aparece está marcada por la ternura del encuentro y el reencuentro. Cómo el increíblemente divertido y conmovedor amigo de Neill. Han nacido en pequeñas localidades donde la diferencia erótica o racial es fácilmente señalada, cuando no perseguida. Sus expectativas de futuro son o trabajos basura o estudios en Universidades donde se reproduce muchas veces la misma estupidez de la que huyen. La narrativa de Araki es como en todos sus filmes a la vez delicada y agresiva, con un espléndido montaje, un hipnótico uso del sonido y la iluminación y una reinvención del hecho fílmico desde la mirada homoerótica que ya vimos en “The living end” (sobre una pareja de seropositivos) o en “Maldita generación” sobre el triángulo amoroso poco convencional formado por dos chicos y una chica muy jóvenes y algo desorientados.

La soledad y el agujero negro de una imposible transición hacia una vida mejor ancla a los personajes del que ha sido uno de los mejores retratistas de los adolescentes queers de su contradictorio y poderoso país. Araki se supera a sí mismo con este filme complicado y arriesgado, que ya parte de una novela densa y a ratos inquietante. Realizado con algo más de presupuesto que sus anteriores filmes “Mysterious skin” confirma a Gregg Araki como un “autor” en toda regla con una marcada personalidad artística y el mismo espíritu independiente, iconoclasta y reivindicativo de siempre.

Sunday, April 16, 2006

EL ENFADO DE ANNIE PROULX


La autora de "Brokeback mountain", Annie L. Proulx ha montado en cólera porque la Academia de los Oscars no ha premiado como mejor película al filme de Lee. En un artículo publicado en The Guardian se despacha a gusto con la ceremonia, a la que me temo no volverá a ser invitada, y con los académicos a los que llama "Heffalumps conservadores". La traducción del término "Heffalumps" es compleja pero creo que está inspirado en unos personajes de ficción y es algo así como "elefantes de mente infantil". Proulx llama, como quién no quiere la cosa, "Trash" (basura) a "Crash" y acusa a la productora Lion´s Gate de influir en los votantes regalando Dvds del filme ganador. En su artículo titulado "Sangre en la alfombra roja" se mete también con los presentadores, los decorados (con un cartel de neón donde se leía "Scienciología"), las caras limousines (dice que parecía la salida del "Bingo") , los chistecitos y los anuncios y acaba definiendo todo aquello cómo paradigmático del provicianismo moral y mental. También acusa a la academia de "desconocer las verdaderas realidades sociales de su país" y de no haberse atrevido a premiar el filme basado en su bellísimo relato corto. Yo no creo que "Crash" sea una basura, y como cine me parece que aporta más que la por otro lado valiente y apreciable "Brokeback mountain", un historia real como la vida misma algo estropeada por el clasicismo de Hollywood, pero desconozco las razones por las que, si era la gran favorita, no la han premiado. No se si Proulx tiene razón, es posible, desde luego la tiene en que la ceremonía fue- siempre lo ha sido- una horterada. A mí me gusta más la interpretación de Ledger como Ennis del Mar que la afectada y teatral recreación que hace Philip S. Hoffamn del autor de "Otras voces, otros ámbitos" (no sólo escribió "A sangre fría") en la para mí discutible, aburrida y no del todo verosímil "Capote". Proulx hace un resumen despiadado, en su mordaz artículo, de la sacrosanta "fiesta del cine de Hollywood" , y nos invita , en un futuro, a fijarnos únicamente en los premios de Cine Independiente.

La polémica está servida.

Saturday, April 08, 2006

TEXTOS SOBRE GÉNERO Y OTRAS CULTURAS (2)

EL ARMARIO GITANO

issabte 12 de març de 2005.

Joaquín Montaño, de 36 años, es gay y gitano. Y habla abiertamente de las dos cosas. Ser locuaz en este tema, en medio de la niebla atávica que siempre ha envuelto esta conexión, le hace especial. Aunque él no lo ve así. "Vengo de una clásica familia gitana, somos 10 hermanos, y mi condición se me notó siempre y se aceptó". "El estereotipo que tiene sobre el tema la sociedad paya no sirve en mi caso ni en otros que conozco", insiste este vecino de Huelva.
"Mi experiencia", comenta, "es que hay mucha gente que calla o que lleva una doble vida, pero más por miedo a que el entorno le rechace que porque los suyos verdaderamente estén dispuestos a echarle fuera para toda la vida". "Lo de expulsar al hijo homosexual, yo lo conozco sobre todo como cosa de más antiguo", comenta Manuel, un gitano de Valencia con más de 60 años y con varios hijos y nietos. "Esa manera de ser, o se consideraba de artistas, o como algo muy bajo, que no era de verdaderos gitanos". "Hoy, por regla general, se ve aún algo raro; pero no tanto como deshonra para la familia, sino como que puede pasar porque es cosa de los nuevos tiempos". En la cultura gitana, históricamente ágrafa, sólo cuenta la vivencia que se transmite; es decir, que si no se habla de la homosexualidad es como si no existiera. Y así ha venido sucediendo hasta ahora.
Los gitanos españoles -entre 500.000 y más de 600.000, según la fuente consultada- encierran una gran disparidad de comportamientos individuales y colectivos. Sin embargo, los gitanos se han aferrado eventualmente a elementos conservadores de su entorno como un modo de no diluirse, de no perder trazos culturales propios. Y con desigual suerte: mientras que algunos de sus signos fundamentales se han desintegrado en nuestro país -el idioma romanó, que nadie habla ya-, han asumido como propios otros basados sólo en el terror a un cambio definitivo. Uno de éstos es la anulación pública secular de las relaciones sentimentales entre el mismo sexo. A los grandes prejuicios típicos que la sociedad mayoritaria ha mostrado en esta cuestión, los gitanos han añadido otros, como los que indican que el desarrollo de esta vivencia podría anular su organización social clásica, establecida sobre el género, la edad, la gran familia y los hijos. Por eso, cuando el Gobierno de Zapatero habla de abrir las puertas al matrimonio entre gays y lesbianas, los españoles gitanos -heterosexuales y homosexuales- lo ven como algo pensado sólo para payos, algo ajeno a ellos.
"No obstante", indica Joaquín López Bustamante, director de la revista de investigación cultural calé I Tchatchipén, "los cambios que están produciéndose en el seno del colectivo son constantes: cada vez la gente se casa más tarde, tiene menos hijos, aumentan los matrimonios mixtos y los divorcios, mengua la familia nuclear y crecen las familias monoparentales". "Estos fenómenos", opina, "antes no se concebían, y ahora forman parte de las posibilidades vitales". "Del mismo modo", apunta, "se dan también las relaciones homosexuales, y no hay motivo real para que no se asuman". "El cine, la televisión y los medios no sólo están normalizando la percepción de la presencia homosexual en la sociedad mayoritaria, sino también en la gitana", añade. Aunque poco a poco. "La sucesión generacional mejorará esto", cree.
En este sentido, Carmen Méndez, antropóloga y profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, constata que los jóvenes gitanos son día a día más abiertos; pero señala que algunos, en medio de la complejidad del mundo actual, "pueden tomar modelos anticuados para aferrarse y autoafirmarse".
Una opinión que comparte Manuel García Rondón, secretario general de la federación asociativa Unión Romaní. De 53 años, vinculado desde 1975 al movimiento reivindicativo gitano, conoce de cerca los problemas que sufren los homosexuales de su etnia. "No han estado en un armario, sino en una caja fuerte", afirma. "Los que teníamos que haber hecho avanzar más las cosas hemos tenido miedo del apayamiento, de que se nos considere poco gitanos: es un fantasma horroroso". En consecuencia, "parte de nuestros jóvenes sufre una gran crisis de identidad, confunde cosas y llega a copiar modelos de conducta rancios". "Copiar es sencillo", explica, "lo difícil es adaptarse, que es lo que ha garantizado la supervivencia de nuestro pueblo". Por eso considera "patético que ahora se recuerde Auschwitz y, pese a que los nazis mataban tanto a gitanos como a homosexuales, no asumamos con normalidad esta tendencia sexual". "Decimos que luchamos por la igualdad, pero qué hipócritas seremos si continuamos la ignorancia de nuestras propias minorías". García Rondón opina que las distintas creencias religiosas, con su severidad moral, no han ayudado a levantar el manto de silencio, aunque, según la antropóloga Carmen Méndez, que ha estudiado la evolución del evangelismo gitano, "una cosa es la doctrina y otra la práctica, que acepta más, y acostumbra a graduar su flexibilidad según el pastor que esté al frente de la congregación". Hay, de hecho, presencia constatada de homosexuales gitanos evangélicos, laicos y católicos.

Camuflar el lesbianismo

"Me gustaría que dejáramos de ser cínicos", dice Josefa Santiago, gitana, de Alicante, de 34 años, que trabaja de técnico de inserción sociolaboral, "porque, pese a los cambios, se ve mucho aún lo de hacer como si esta tendencia fuera sólo cosa de gente obsesionada por el sexo". Asegura que "la homosexualidad femenina se camufla, ya que se ve menos raro que dos mujeres vivan como amigas". "Todo el mundo sabe que son algo más, claro, pero ellas y el resto hacen como si no se supiera". "Es muy complicado porque el tema no parece importar ni a payos, ni a gitanos", dice Josefa, que tiene contacto con gitanos homosexuales de uno y otro sexo que viven su condición "con angustia".
En esto coincide Eva María Tuya, una trabajadora social de Toledo y estudiante de antropología que realizó una investigación sobre el lesbianismo calé. Durante casi un año habló con gitanas lesbianas de distintos puntos de España, y en su trabajo recogió el testimonio "de 11 o 12 mujeres". Insiste en que es difícil generalizar a partir de una muestra, pero afirma que "las lesbianas pueden llegar a vivir situaciones límite", incluso recogió "un caso de gran violencia". "Lo que observé es que la que manifiesta abiertamente lo que es y quiere vivir como tal, se va lejos, porque siente que arremete contra el legado de la cultura y la familia, contra su propia madre, que la ha educado para ser perfecta esposa y madre a su vez; muchas han dejado jóvenes el colegio, no tienen formación, no van a encontrar trabajo fuera del entorno porque los payos no contratamos a gitanas. Con ese panorama, ¿cómo no van a llevar oculta la condición sexual?".
En cambio, Juan David Santiago, de 30 años, de la asociación Alicante Kalí, educador y estudiante de psicología, la hizo pública -como también Joaquín Mon-taño- en un medio específico, la revista gay Zero. Su trayectoria asociativa siempre ha estado marcada por el avance, y cree imprescindible "romper con el mutismo generalizado sobre la homosexualidad para romper con la esquizofrenia social que genera". En su opinión, "en ningún sitio dice que ser homosexual contradiga el modo de vida gitano, lo que sí va en contra es llevar a los hijos a la hamburguesería todo el fin de semana y dejarlos jugar a la consola 23 horas seguidas, que es lo que se hace mucho hoy".
"Los calós", opina, "tenemos ahora mismo un problema real mayor que cualquier otro: no hemos sido capaces aún de crear espacios sociales para comunicarnos y decidir qué es lo que queremos, hacia dónde vamos, qué debemos cambiar y cómo lo hemos de cambiar; ni las iglesias, ni las asociaciones son suficientes para esto". Y sin ello, reconoce, el terreno hacia lo laberíntico puede continuar abonado.
Las asociaciones, en otro plano
LAS ASOCIACIONES GAYS no sabrían cómo tratar la cuestión, y las ONG y asociaciones de ámbito gitano no se dedican a ella". Lo constató Eva María Tuya en su trabajo sobre el lesbianismo. Mayoritariamente, las asociaciones gitanas se dedican a programas de inserción sociolaboral, y no tratan específicamente situaciones culturales o de desarrollo personal. García Rondón, de Unión Romaní, reconoce que "debemos hacer algo, quizá fomentar la paridad de tendencia sexual en las juntas directivas". José Manuel Fresno, director de la entidad progitana Fundación Secretariado General Gitano, confirma que "no hay un programa preciso sobre esta cuestión, nuestra prioridad es trabajo y vivienda, y pensamos que aún hay mucho que hacer; nos plantearíamos algo específico si detectásemos la demanda gitana de un programa, aunque es un tema difícil, porque la homosexualidad se lleva callada". Según Fresno, "hemos tenido trabajadores y usuarios con esta condición, entendemos el vivir gitano como algo plural". Por eso, "si alguien acude a nosotros con una vivencia problemática de esta índole, le apoyamos, le vamos a acompañar al departamento social que le va a prestar ayuda".

JOAN M. OLEAQUE El PAIS, DOMINGO - 06-03-2005