Sunday, August 30, 2009

CURRICULUM OCULTO. Un artículo rescatado.













LA MASCULINIDAD ALMODOVARIANA

Y SUS LÍMITES EN "LA MALA EDUCACIÓN"

















"Enrique, creo que lo conseguí..."







No soy un devoto incondicional del cine de Almodóvar, aunque considero que hasta en sus peores películas hay aspectos interesantes para los que nos dedicamos a analizar la cultura y el cine teniendo en cuenta las cuestiones de género y diferencia sexual. "La mala educación" al contrario que sus dos anteriores filmes ha sido recibida con cierta frialdad por gran parte del público y la crítica especializada. El director de mujeres de "Que he hecho yo para merecer esto" o "La flor de mi secreto" vuelve a abordar una historia de hombres tras varios años de filmes consagrados a los retratos femeninos (si exceptuamos, en parte, esa fascinante rareza que es "Hable con ella"). No son tantas las ocasiones en que Almodóvar ha tenido protagonistas masculinos y - a pesar de las lecturas camp, de la estética equívoca y los aspectos “perversos” de todos sus filmes, - es la segunda vez que realiza un filme sobre las relaciones amorosas y sexuales entre hombres gays. De nuevo como ya ocurriera en "La ley del deseo", un filme estrechamente ligado a "La mala educación" en más de un aspecto, el resultado causa más desconcierto que entusiasmo entre sus seguidores con la particularidad de que la representación más o menos explícita de la homosexualidad en el cine español ha dejado de ser tan novedosa como cuando surgió su "Law of desire" , perdiendo, de en consecuencia, parte de su atractivo trasgresor.






La película aporta, no obstante, un enfoque nuevo al incorporar los temas de los colegios religiosos (el nacionalcatolicismo de la España tardofranquista, vigente en los últimos años de la vida del dictador e incluso después, la derecha española y sus secretos de alcoba ) y los abusos a menores- bien tapados- por parte del sacerdocio. Pero las expectativas creadas en torno a estas temáticas quedan frustradas si se espera algún tipo de denuncia, profundización, alegato o sincera autobiografía ya que ni la infancia ni la homosexualidad son el eje del relato sino dos elementos más. Elementos que quedan aún más distorsionados por lo rocambolesco de la trama y el tratamiento irónico y distanciado del director.




Las relaciones masculinas en el cine de Almodóvar, al contrario que muchas de las relaciones entre mujeres que aparecen en sus filmes, suelen estar marcadas por la competitividad, el recelo y las relaciones de poder (véase "Matador" o "Carne trémula") . En "La ley del deseo" la relación entre el personaje de Eusebio Poncela y sus dos amantes es la relación de un demiurgo con sus criaturas, de un creador ególatra que se sabe con talento hacia dos chicos desorientados a los que posee más que ama. Al rescribir las cartas de amor que éstos le envían nos demuestra su propia incapacidad para mostrar sentimientos de verdadero afecto hacia ellos. En "La mala educación" la vanidad del director y el actor chocan en varias ocasiones y las relaciones sexuales no surgen de la compenetración tanto como de la rivalidad, la autoafirmación, la vampirización o el deseo ocasional. La dependencia, los (re)celos, la inmadurez afectiva y la búsqueda de un lugar en el sol enturbian lo que puede haber de auténtico en su acercamiento mutuo. Mención aparte merecerían los papeles de Javier Cámara en "Hable con ella", Eloy Azorín "Todo sobre mi madre" y Tamar Novas en "Los abrazos rotos" tres hombres heterosexuales que no lo parecen bien sea por sus gustos, su delicadeza o por su forma obtusa de acercarse a la sexualidad considerada "normal"






El director de "Hable con ella" parece sentirse más suelto ante los personajes femeninos, más dispuestos a interactuar y a resolver las situaciones complejas sin tantos momentos de violencia soterrada o abierta hostilidad entre sí. La rivalidad entre mujeres parece, casi siempre, poder resolverse mientras que los varones almodovarianos, recluidos en su torre de marfil o simplemente a la deriva y en búsqueda de una identidad perdida, suelen acabar condenados a la soledad.

La figura del "travesti" que aparece ya desde sus primeros filmes no supone realmente una alternativa a la masculinidad hegemónica (con alguna excepción como la transexual Agrado de "Todo sobre mi madre") sino una imitación de una feminidad grotesca tomada del melodrama, el vodevil y cercana al estereotipo. Así personajes como el Miguel Bosé de "Tacones lejanos" (serio juez de día y rutilante estrella nocturna) debe conformarse con aproximarse a modelos femeninos prefabricados limitando su capacidad performativa en aras de una idealización esencialista de “mujeres reales”. El personaje de Gael García Bernal decide tomar "clases de pluma" con la ayuda de un/a imitador/a de Sara Montiel pero no parece mostrar mas afinidad con su personaje que la de recrear una ficción imposible, la de encarnar a su hermano/a muerto, la de continuar un engaño, la de conseguir el éxito y a la vez limpiar su conciencia.






El camp y el kitch, algunos de los elementos más destacados por los críticos anglosajones, aparecen en esta ocasión unidos a la memoria cinéfila en la que se mezclan las estrellas de Hollywood con sus imitadoras en el cine de español franquista (“que guapa es Sara” dice uno de los niños en el cine al ver a Sara Montiel en uno de sus rancios musicales con pretensiones). Así la iconografía escapista de Hollywood se mezcla con la imaginería religiosa de las escuelas represivas y con la cutrez de una España oscurantista que sigue pesando sobre el presente y el futuro de los protagonistas en los años ochenta. “La basura está en alza” dice Ignacio al sacerdote, amenazándole con revelar a los medios de comunicación de masas los abusos de los que fue objeto en su infancia. Y, aunque añade “Ahora se valora más mi libertad que su hipocresía”, tenemos la sensación de que expresa más un deseo incumplido que la constatación de un profundo cambio social. Al presentar los abusos sexuales como desencadenantes de la crisis de identidad y de las diferentes trayectoria de los dos alumnos Almodóvar se muestra más comprometido que en otras ocasiones pero de nuevo simplifica a unos protagonistas que no dejan, por momentos, de rozar el estereotipo. Lo más meritorio de sus caracterizaciones es la mezcla de frialdad y vulnerabilidad que intuimos, a ratos, en el personaje de Fele Martínez y la capacidad camaleónica de Gael García Bernal, una acertada elección si tenemos en cuenta que se trata posiblemente del más cotizado y admirado galán en alza del cine latinoamericano reciente.






Como en "La ley del deseo" el tono de la narración es sombrío, el reencuentro entre los dos antiguos compañeros está lejos de ser feliz y la suplantación de identidades conduce a enredos que se alejan del tono de comedia sofisticada con tintes hollywoodienses de "Mujeres al borde de un ataque de nervios" . La muerte y la soledad planean sobre todo el filme, la muerte por accidente (otra coincidencia con el citado filme de 1987) o por un asesinato que parece o se hace parecer un accidente. El humor, en ocasiones esperpéntico, se ve agriado por las siniestras implicaciones de las acciones u omisiones de los personajes. Como en "La ley del deseo" un personaje transexual vuelve a una iglesia para visitar a su sacerdote-“educador” lo que reafirma el interés del director por hermanar estéticas a la vez opuestas y complementarias, mundos antagónicos pero secretamente interrelacionados. La iconografía católica tiene un gran juego para el director de "Entre tinieblas" aunque parece más interesado por su lado ornamental que por sus implicaciones ideológicas. Si comenzaba "Átame" con la imagen de una estampa del Sagrado Corazón y concluía "La ley del deseo" con una recreación homerótica de “La Piedad”, en "La mala educación" el colegio religioso es un rito de paso traumático pero también un lugar donde conjugar el kitch con el tradicionalismo hispánico. Así el cine se erige como lugar de escapismo, de reconstrucción de una identidad tullida a partir de las imágenes inalcanzables de las glamurosas estrellas femeninas.






La confusión entre realidad y ficción es una de las bazas más criticadas del filme en base a un guión algo confuso donde se entremezclan ambos planos. Algo que Almidonar ya experimentó en otros filmes donde no faltan las citas cinéfilas y los homenajes. Si en "Todo sobre mi madre" hay referencias a "Un tranvía llamado deseo" y "Eva al desnudo" que se insertan en la narración (dos clásicos y dos clásicos campy reapropiados por el publico gay-lésbico) aquí los referentes se encuentran en el propio filme, en el juego de cajas chinas entre la realidad vivida, los recuerdos novelados (un relato breve titulado “La visita”) y la película que ruedan a partir de ese relato. Varios flashbacks salpican el filme que concluye con una serie de incómodos letreros que nos explican lo que sucedió con los personajes “después de...”. Como en "Tacones lejanos" o "Todo sobre mi madre" Almodóvar trata de llevar hasta sus últimas consecuencias la máxima wildeana de que “La vida imita al arte” planteando una confusión lúdica entre ambas.






De colores saturados y tonos chillones que refuerzan la sensación de irrealidad que se desprende del relato, con algunos interesantes movimientos de cámara y un tono pausado poco habitual en su filmografía, "La mala educación"- virulento análisis de la represión, la codicia y la pérdida de la estabilidad- es otra muestra de las posibilidades y limitaciones del cine de Almodóvar, de su intento de apropiación de la cultura popular y las estrategias del folletín y de su tan comentada como superficial desestabilización de los géneros y de las identidades sexuales. Lo sacro y lo profano, lo masculino y lo femenino, lo homo y lo hetero, la realidad y la ficción.

Tuesday, August 18, 2009

EL NIÑO PEZ




“El niño pez” es la segunda película de la realizadora Lucía Puenzo tras su sonado debut con “XXY”, un filme más valorado por su temática (el hermafroditismo) que por sus desiguales resultados artísticos. Con “El niño pez” Puenzo se consolida como una directora inquieta y dispuesta a hurgar en los misterios de la feminidad juvenil, de la sexualidad fuera de la norma, y en las tripas mismas de la sociedad argentina. De nuevo la protagonista es Inés Efrón, una joven actriz de limitados recursos, que da lo mejor de sí misma interpretando a Lala, una muchacha de la alta burguesía del país, locamente enamorada de la Guayi, que trabaja como criada en su casa familiar . Una historia de amor interclasista e interracial tratada en clave de fábula onírica, tal vez lastrada por el excesivo amor de la directora por las metáforas de su original literario, pero salvada por la forma de acercarse a las actrices, tratar con sinceridad los aspectos más espinosos del relato y no abusar de escenarios ni personajes.



“El niño pez” es la historia de un “amour fou” que parece condenado al fracaso cuando Lala asesina a su padre y decide vender sus bienes, pero es salvada por la directora a través de una pirueta narrativa bastante lograda en la que se nos muestra que la sociedad en la que viven y se aman Lala y la Guayi sigue siendo una sociedad dominada por el machismo y la corrupción en todos los estratos. Lucía Puenzo se arriesga al unir a dos personajes diferentes en una relación extrema tratada con una mezcla de naturalidad y fantasía y, aunque no escatima frases cursis, encuadres rebuscados ni algunas imágenes relamidas, aprovecha de forma inteligente esos tonos apagados y esa fotografía a la vez bella y tenebrista que ya utilizó para contarnos la odisea de la protagonista de “XXY”. Maltratada por la crítica, “El niño pez” es quizá un filme imperfecto pero está lleno de pequeños logros que nos acercan a la vida, el sexo, la familia, el dinero, el amor y la muerte de una forma peculiar y arriesgada.